Una curiosa escenografía la de esta China milenaria. La gran muralla está rodeada de paisajes desérticos, más afines al Cañón del Colorado, hay dos exploradores europeos que buscan el secreto de la pólvora y un ejército de soldados chinos preocupado por mantener a raya, al otro lado de la muralla, a una interminable manada de monstruos carnívoros, los Tao Tei, una mezcla de orcos con Aliens. Y sin embargo, por momentos, la mescolanza funciona.
Tras matar milagrosamente a uno de estos monstruos, William (Matt Damon) y Tovar (Pedro Pascal) son capturados por un grupo de soldados al mando de la comandante Lin Mae (Tian Jing). Los mercenarios descubren que los chinos tienen cautivo a otro europeo, Ballard (Willem Dafoe), quien enseñó a hablar inglés a Mae y cuyos designios en el guion resultan difíciles de revelar (más por lo confusos que por generar un spoiler).
Al tiempo que el trío desea escapar con la pólvora, el noble William también desea ayudar a Lin Mae y sus soldados, que deben apuntalar la muralla con zozobra ante cada embate de los Tao Tei. El conflicto se destraba con muchos efectos especiales (hay algo de Las dos torres, la segunda parte de Lord Of The Rings, en algunas escenas), y Matt Damon, sin necesidad de desplegar mucha acción, resulta más que efectivo en su rol. Como una China milenaria imaginada por algún ejecutivo de Hollywood fan de Tolkien, La gran muralla es sólo apta para fans del cine de fantasía y acción.