Made In China
El crecimiento sostenido de China durante las últimas décadas ha generado la aparición de un suculento mercado de consumidores, muy atractivo para los popes de la industria cultural estadounidense. Y no es para menos: aproximadamente una de cada cinco personas en el mundo, es de origen chino. Esto representa, en términos nominales, una audiencia potencial de alrededor de 1.300.000.000 millones de habitantes. Poquitos… ¿no?
Si bien es cierto que su población económicamente activa es menor (805.000.000 millones), sigue siendo un número abrumador. Hoy, el mercado cinematográfico chino es el más grande del mundo. Solamente en 2016 se construyeron un promedio de 27 salas de cine por día, y se espera que en 2017 su taquilla supere a la norteamericana.
El obstáculo más grande que afrontan las productoras extranjeras son las restricciones estatales (se permite exhibir un máximo de 34 filmes internacionales por año). Por eso, cada vez más, los estudios hollywoodenses están empezando a adoptar el formato de las coproducciones para sortear dichas trabas.
En este marco, surge La Gran Muralla (2016), una mega coproducción Chino-Estadounidense de más de 150 millones de dólares con figuras de la talla de Zhang Yimou y Matt Damon. El legendario director de Sorgo Rojo (1987), La Linterna Roja (1991) y La Casa de las Dagas Voladoras (2004) construye una fantasía épica repleta de CGI, bastante estándar, y que si bien es más predecible que la muerte de Sean Bean en cualquiera de sus películas, logra entretener a lo largo de sus 103 minutos de duración.
El filme retoma uno de los mitos que giran alrededor de la construcción de la Muralla China. Según éste, sus 21,196 km de extensión no se habrían levantado para prevenir los ataques de los Mongoles, sino para frenar el avance de los “Tao Tei”, unas criaturas sobrenaturales que cada 60 años descendían a la tierra para castigar la avaricia del hombre. Los héroes de turno -encarnados en la figura de Matt Damon, Pedro Pascal (aka “The red viper of Dorne”- Game Of thrones), William Defoe y unas cuantas estrellas de renombre en el cine chino (Andy Lau)- deberán detener la invasión y salvar a la humanidad.
Sin dudas, lo mejor de La Gran Muralla está en la dirección. En manos de otro realizador, la película seguramente habría caído presa de un guión aburrido y demasiado esquemático. Pero Yimou logra salir bien parado del embrollo. Y lo hace a partir de su fuerte: su impronta visual. La película está dotada de un sinfín de coloridas coreografías que, combinada con un uso inteligente de los efectos especiales, resultan muy atractivas a los ojos del espectador. Además, el modo frenético en el que están filmadas las secuencias de batalla, sumado a alguna idea interesante como el “bungee jumping defensivo”, le suma otro poroto al resultado final.
Aún así, por más ornamento visual que tenga, sigue siendo una producción pochoclera, bien básica y plagada de estereotipos. Matt Damon, que aquí es una suerte de Legolas del lejano oriente, otorga una actuación en piloto automático, al igual que su compinche Pedro Pascal (a cargo de los chistes de turno). Y aunque componen una dupla aceptable, es una lástima que se desaproveche el talento de ambos artistas. Lo mismo aplica al resto del elenco.
Los mejores momentos de la cinta acontecen cuando la lucha transcurre sobre los muros y el desenlace es aún incierto. No obstante, en la segunda parte aparecen las falencias más groseras del guión, y tanto la trama como las escenas de acción comienzan a debilitarse progresivamente.
“La Gran Muralla” es un entretenimiento liviano made in china que puede servir para pasar un rato agradable con amigos. Eso sí, no esperes recordar mucho de ella en uno o dos meses.