La Gran Muralla
_ ¿Qué te pasa McFly? ¡Acaso eres Gallina!
Poco después de las alucinantes El tigre y el dragon (Crouching Tiger, Hidden Dragon; Ang Lee; 2000) y Héroe (Hero; 2002) quien no se detuvo a pensar en las maravillas que traería aparejada la unión de la cinematografía occidental con la imponente puesta en escena del cine oriental. Industria poseedora de interminables silencios. Asombrosos paisajes, armonía, filosofía y densas tramas, de variadas interpretaciones. Lamentablemente, una década más tarde, solo puedo recordar monótonos cameos de grandes artistas marciales (el más reciente, Donnie Yen (Ip Man) en Rogue One) y algún intento por captar parte del mercado cinematográfico chino, tal fue el caso de (la horrible) Transformers: Age of Extinction o (la limitada, pero correcta) Pacific Rim.
Es evidente que la brecha cultural, incluso finalizando la segunda década del nuevo milenio, es terriblemente difícil de superar. Por supuesto, aquí podemos pararnos y reflexionar sobre las muchas miserias de la industria hollywoodense (reciclaje, guiones berretas, artistas súper saturados, exceso de efectos por computadora, etc) versus la insoportable parsimonia o bizarrés del cine oriental. Es de lamentar que no sea esta la oportunidad, pues analizar La Gran Muralla (The Great Wall, Zhang Yimou) es el objetivo de esta crítica.
Zhang Yimou, director de Héroe y La casa de las dagas voladoras, venía respetando la tradición de narrar historias visualmente majestuosas sin dejar de lado el trabajo y la sensibilidad propios del guión. El cine oriental comulga más con la poesía que con el séptimo arte en sí mismo. Por eso, nunca deja de ser gratificante (y perturbador) sumergirse y dejarse llevar por tamaña profundidad. La Gran Muralla, adolece de esta poesía. Es una producción chata y desapasionada, que narra la historia (secreta, pff) del porqué de su construcción y posterior encarnizada defensa. Ahora, si fuese sólo eso, quizás no estaría nada mal, pero al introducir elementos de ciencia ficción, y peor aún, invasores de otro planeta, es imperdonable la falta de desarrollo narrativo. Los hechos se suceden sin sorpresa. No cuenta con giros o subtramas que enriquezcan la historia. Las actuaciones son en su punto más alto tolerables pero en su mayoría para el olvido. Es la sucesión continua de escenas aburridas y trilladas en el trascurso de 103 minutos de duración.
La Gran Muralla es una producción chata y desapasionada
La figura de Matt Damon es bastante parecida a la de Keanu Reeves. Lo amás o lo odiás. En este último tiempo fueron más sus aciertos que sus fracasos. En general, se caracteriza por su buena elección en su extensa filmografía. No es el caso de La Gran Muralla. Es de extrañar que actores del nivel de Andy Lau o Zhang Hanyu hayan tenido una performance tan baja. Willem Dafoe, un actor con una presencia enorme, es totalmente desaprovechado. Jing Tian representa una insulsa heroína, más próxima a una damisela en apuros que a la audaz guerrera que nos quieren hacer creer. Pedro Pascal, en su papel de minion, está correcto. Lo único destacable es la puesta en escena. Impecable. Las acrobacias (en la defensa de la muralla) tanto como el vestuario, están muy bien logradas.
Infelizmente, son tendencia producciones de este tipo (vacías de contenido) que ni siquiera cumplen con su objetivo primordial, el entretenimiento… ¿o seré yo el equivocado… siendo la recaudación el primer motor de una industria decadente?