Después de su paso por Les Avant Premieres donde estuvo presente su director, llega a carteleras La guerra silenciosa, dirigida por Stephane Brizé y escrita junto a Olivier Gorce.
La guerra silenciosa es otro drama con fuerte carga de contenido social que dirige Stephane Brizé. En eso se parece bastante a El precio de un hombre (también coescrita junto a Olivier Gorce), aunque acá el enfoque sea distinto. Además la tensión aumenta considerablemente hasta llegar a un final impactante.
De nuevo con el protagónico de Vincent Lindon, nos encontramos ante un retrato de la larga lucha de unos trabajadores de una fábrica de partes de autos que cierra y los deja sin trabajo, incumpliendo un contrato.
Entre conversaciones con políticos y empresarios, apariciones televisivas y protestas en la calle, se va desarrollando una historia que deja en evidencia el lugar menor que ocupa el trabajador cuando se trata de grandes empresas. La fábrica en cuestión les había prometido cinco años de trabajo y decide cerrar cuando sólo pasan dos, después de incluso haber aceptado recortes salariales con tal de mantener el trabajo que hoy les quitan.
No hay una preocupación por el desarrollo de los personajes por fuera de este ámbito, aunque sí se hace mayor hincapié en el líder sindical al que interpreta Lindon, al verlo un poco en la cotidianidad de su casa y de su familia. Pero en general son personas comunes, con familias que mantener y por lo tanto con la necesidad de un trabajo que los provea en una pequeña ciudad de Francia donde resulta cada vez más arduo conseguir un empleo. Es una masa de personas que no saben cómo harán para sobrevivir mañana, que se encuentran ante un futuro próximo muy desalentador.
Brizé narra la historia a través de largas escenas y con inserts de imágenes de televisión donde los canales de noticias exponen lo que sucede, focalizándose siempre en los momentos más violentos. Hay una buena construcción de climas tensos e inquietantes, que provocan mucha incomodidad y a veces hasta irritabilidad, con situaciones que se repiten una y otra vez, entre discusiones y gritos.
“El protagónico de Lindon es uno de los platos fuertes del film. Logra imponerse como líder del sindicato y de la película a base de una interpretación intensa que nunca llega a la exageración, al contrario, sutil en gran medida”.