Somos pocos y nos conocemos mucho, chicos. Si no fuera porque La Habitación (Room) viene arrasando festivales y está multinominada al Oscar (en las categorías de Mejor Película, Director, Actriz Protagónica (Brie Larson) y Guión Adaptado, ya que la misma Emma Donoghue adaptó la novela homónima de su autoría), posiblemente hubiera quedado definitivamente afuera de nuestro radar y nunca la hubiésemos visto. Grave error, porque nos estaríamos perdiendo una joyita.
La película del irlandés Lenny Abrahamson (ganador de varios premios como director por su cinta Frank, de 2014) empieza narrando el cautiverio en el que viven Ma (Brie Larson morfándose un pesado rol dramático después de la pavada de 21 Jump Street) y Jack (Jacob Tremblay en su trabajo de mayor exposición hasta el momento, ya que anteriormente había tenido papeles menores y una voz detrás de Los Pitufos 2). Rutina, cotideaneidad, encierro. Pero una entereza envidiable de Ma logra que su hijo, a los 5 años recién cumplidos, sea feliz. Porque Jack no sabe qué hay afuera: cree que el mundo es la habitación, que no hay otros lugares a dónde ir.
Promediando el filme logran escapar de la habitación (está en la sinopsis oficial y en el trailer, chicos... spoiler mis polainas), y es a partir de ese punto donde la película despliega todo su potencial. La primera mitad establece la relación entre ambos, así como la angustia de Ma y la inocencia de Jack; pero son emociones dentro de todo estáticas, sin cambios ni sobresaltos; es una rutina de encierro y dolor, con leves esperanzas de libertad. Pero cuando la libertad se concreta, el torbellino de emociones se desata, y Abrahamson empieza, a través de sus personajes, a tratar con una enorme sensibilidad temas fundamentales para todo ser humano: Ma y Jack nos invitan a acompañarlos en el descubrimiento que la libertad es más difícil que el encierro, que los sueños cumplidos son tan diferentes a cuando son soñados que te pueden doler más que hacerte feliz, y que la gente, en su afán de ayudarte, puede terminar hiriéndote. La habitación era su realidad, y el mundo exterior les muestra un universo más complejo: la integración a un entorno social fuera del gazebo en el que estaban recluídos es un proceso largo y doloroso. Ya no son sólo ellos dos: el precio de la libertad conlleva empezar a convivir con más personas reales alrededor. Ma cae en cuenta del tiempo que ha perdido estando en cautiverio, y Jack comprende que el mundo está lleno de gente: gente buena como su madre y gente mala como el viejo Nick (su captor, interpretado por Sean Bridgers).
La película está basada en un caso real, pero no remite a éste en particular en ningún momento sino que remite a la universalidad del sentimiento, del encierro y de su dicotomía con la libertad: no cae nunca en la investigación policial ni en los recovecos legales una vez rescatados los protagonistas; de hecho, apenas se mencionan. Y es que el énfasis está puesto en la conexión emocional de los personajes entre sí, y el espectador no es ajeno al lazo madre e hijo: desde que empieza la película y sin caer en golpes bajos, el pequeño Jack te agarra el corazón con su manito y no te lo suelta a lo largo de sus casi dos horas de duración.
VEREDICTO: 9.0 - AY!
Con La Habitación, la tríada Abrahamson-Larson-Tremblay nos brinda una auténtica cátedra de cine, pero no del cine que solemos ver: sino del cine que te emociona, te atrapa, te hace reflexionar y, al finalizar, en la vereda opuesta a la mayoría de las películas actuales, te deja pensando en cosas mucho más profundas que si pedir pizza o empanadas cuando llegues a tu casa.