Conmovedor drama adulto
En 2010, la escritora irlandesa -radicada en Canadá- Emma Donoghue escribió una novela libremente inspirada en el caso real de la austríaca Elisabeth Fritzl y luego concibió el guión para esta película dirigida por el talentoso Lenny Abrahamson (Garage, Frank). En la ficción el cautiverio no dura 24 años ni el secuestrador es el padre, pero la protagonista también es una mujer, Ma (Brie Larson), que es encerrada en una mínima habitación por un hombre al que sólo conoceremos como Old Nick (Sean Bridgers). Ella da a luz a un hijo en cautiverio, Jack (Jacob Tremblay), y la historia será narrada desde el punto de vista (y la voz en off) del niño de 5 años.
La inocencia del pequeño (que nunca ha conocido el mundo real y sólo tiene una visión parcial por lo que ve en televisión o le cuenta su madre) se contrapone al horror de esa confinación forzada. Ambos se acostumbran como pueden a sobrevivir con lo poco de ropa y comida que les da su captor, y cada noche Jack debe encerrarse en un armario mientras el hombre mantiene relaciones sexuales con Ma.
Sin embargo, contra todos los prejuicios, esa primera parte de La habitación (la segunda es muy distinta, aunque no adelantaremos nada) evita caer en la perversión y el patetismo. La pudorosa, dúctil puesta en escena de Abrahamson y las conmovedoras interpretaciones de Larson y Tremblay le dan al relato una intensidad y una sensibilidad imponentes.
Es cierto que no pocos espectadores podrán sentirse afectados por un film que indaga con profundidad en los efectos de semejantes abusos psicológicos (y sexuales) durante siete años, pero La habitación está lejos de ser una película de explotación gratuita, escabrosa o manipuladora. Estamos ante una historia extrema y muy dura, sí, pero sostenida desde un guión, una dirección y dos actuaciones impecables. Cine adulto, provocativo e inteligente. En estos tiempos de tanto entretenimiento pasatista no es sólo una audacia, sino toda una proeza.