Detrás de la puerta
Joy (Brie Larson) ha pasado siete años de su vida en cautiverio. Luego de un tiempo llegó a resignarse y aprendió a vivir con lo poco que tenía en el cuarto sucio donde estaba secuestrada, y a sobrevivir con las pocas cosas que su captor le traía cada semana. Pero durante su secuestro tuvo un hijo llamado Jack (Jacob Tremblay) a quien se las arregló para criar y proteger en esas condiciones, haciéndole creer que el mundo era solo esa pequeña habitación, que lo que veían en la tele era magia y que todo lo demás era muy lejano. Cuando Jack cumple cinco años, su inteligencia, su energía y sus ganas de vivir logran despertar en su madre las ansias de salir de allí. Con ingenio y con valentía logra sacar a Jack del lugar para que pida ayuda, y ambos recuperan su libertad.
Esta primera hora de la película es tensa, asfixiante, el peligro siempre está latente, pero al mismo tiempo la relación entre madre e hijo, y el mundo que han creado es algo que está lleno de ternura.
Cuando ambos salen al mundo y son recibidos con felicidad por los padres se Joy, otro drama diferente comienza. Joy debe enfrentarse con los traumas y miedos del secuestro y los años de juventud que ha perdido, y Jack debe adaptarse a un mundo que no conoce donde todo le resulta extraño y no sabe relacionarse con los demás.
La historia va de la tensión y el suspenso al drama, el escape fue fácil a comparación de lo que viene después. Poco habla la historia del secuestrador y de esa clase de crímenes, se centra en la familia que debe enfrentar ese drama, y las referencias al hecho de que el niño es producto de una violación son hechas sin golpes bajos ni morbo.
Es extraño que pueda haber poesía y ternura en la relación madre e hijo en una situación tan espantosa, y esa hermosa relación se desdibuja cuando ambos están afuera y ya no se tienen solo el uno al otro.
Sin demasiados recursos estéticos y visuales, simple y clara, la historia se vale de las maravillosas actuaciones de Brie Larson y Jacob Tremblay para pasearnos por un montón de sensaciones y mostrarnos los conflictos a los que se enfrentan cuando deben rehacer su vida.
En los roles secundarios, Joan Allen interpreta maravillosamente a la madre y abuela que debe recibir a su hija y a su desconocido nieto, y ayudarlos a volver al mundo.
"La Habitación" no es una historia sobre un crimen ni un drama social, no hace referencia a esta clase de hechos que cada tanto sorprenden y horrorizan en las páginas de los diarios, no hay golpes bajos ni amarillismo, es la historia de una madre y un hijo que han creado un vínculo extraordinario en una situación aberrante, y que ahora deben volver al mundo, y sobre la familia que debe recibirlos y ayudarlos.
El guión de Emma Donoghue es claro, intimo, y conmovedor y la dirección de Lenny Abrahamson - quien ya supo conmover con la maravillosa y extraña Frank - tiene una enorme sensibilidad para mostrar aquello que no se ve, para no quedarse en los detalles del horror y mostrarnos que pasa en la cabeza de un niño de cinco años que ve el mundo por primera vez, y en el alma de su madre que debe volver a vivir después del encierro.