Se estrena La habitación, dirigida por Lenny Abrahamson., una co producción canadiense-irlandesa que se convirtió en una de las sorpresas de la temporada de premios y está nominada a 4 Oscars.
Las consecuencias. Inspirada en numerosos hechos reales, la guionista Emma Donoghue adapta su propia novela La habitación en formato cinematográfico con notables resultados. El film se divide en dos partes bien diferenciadas. En la primera, conocemos a Jack, un niño de 5 años que convive con su madre, Joy, -Brie Larson- dentro de un cobertizo, cuya única conexión con el exterior es un tragaluz que les permite ver el cielo.
Jack no conoce el mundo. Su universo es únicamente esta habitación, y su mundo es su joven madre, que le enseña lo mejor posible y con las herramientas que tiene a su disposición como es la Tierra fuera de esa habitación. El confinamiento tiene una raíz bastante horrible y gracias a su voluntad e ingenio, podrá sacar a Jack de adentro.
La segunda parte del film, lleva al espectador al exterior, dejando de lado la arista policial o judicial para centrarse en el drama íntimo, en las consecuencias psicológicas y la hipocresía social acerca de una mujer que tuvo que pasar prácticamente 7 años recluida en un espacio reducido.
La habitación propone una mirada original y social acerca de la violencia, pero a la vez intenta buscar un perfil optimista, que se va construyendo gracias a las soberbias interpretaciones de un gran elenco encabezado por el joven Jacob Tremblay. Al igual que en la novela, la historia está narrada desde su punto de vista, lo que permite al realizador, enfocarse sobre las relaciones humanas y no priorizar los hechos per sé.
Las miradas, y subjetivas sirven para comprender de que forma Jack se sorprende ante el nuevo mundo que se le abre fuera de esa habitación. Por este motivo también se acude a un relato off de parte del protagonista, que termina siendo innecesario y redundante con lo que se brinda de manera audiovisual, dado que la expresividad de Tremblay son suficientes para construir sus emociones internas.
El director Abrahamson, prioriza la dirección de actores y construye una verosímil relación madre-hijo entre sus dos principales intérpretes. Los mejores instantes del film suceden cuando ambos están juntos, y cuando Joy, intenta explicarle los hechos a Jack, sin caer en didactismo ni juegos demagógicos. Abrahmson es ingenioso con la forma en que disipa la información en la primera parte, organizando un relato angustiante y con mucha tensión.
Sin embargo, se deja en claro que no se trata de un thriller. El film impone los códigos del drama familia prácticamente desde el inicio. En la segunda mitad, Abrahamson introduce a los padres de Joy, la maravillosa dupla Joan Allen y William H. Macy, incorporando el ojo ajeno, el juicio a las decisiones de la protagonista y la negación.
Por último, está el lugar de los medios y la cultura crítica estadounidense, que pretende imponer un juicio pedagógico y moral ignorando el espíritu de supervivencia de los protagonistas.
Abrahamson – que venía de dirigir la extraña comedia Frank– otorga una carga emotiva no gratuita. El film goza de sutilezas gracias para que el director evada ciertos clisés y lugares comunes, especialmente porque decide no crear climas claustrofóbicos debido a un sensato pensamiento: Jack no conoce la claustrofobia.
Aún cuando La habitación roce la demagogia sentimentalista y otorgue al espectador un final conciliador, no se pueden dejar de destacar notables detalles sobre la construcción de espacios, de relaciones y evolución de personajes. Un pequeño gran film, inteligente que da lugar a múltiples lecturas y reflexiones.