La Helada Negra nos habla de Alejandra (Ailin Salas), quien llega misteriosamente a un lugar estancado en el tiempo, un área rural de Entre Ríos (Argentina) poblaba por descendientes europeos. Cuando la joven parece tener un efecto positivo sobre los cultivos, surge un rumor entre los aldeanos sobre la posibilidad de que se trate de una santa que viene a salvarlos.
Paganismo y creencias mágicas
La Helada Negra es el segundo largometraje del argentino Maximiliano Schonfeld, un realizador entrerriano que filmó en la zona pastoral de Valle María. El relato se erige con un aire onírico, de ensueño, como una fábula. El ritmo es más bien aletargado y el trasfondo no es del todo nuevo. Las plantaciones están siendo amenazadas por una helada que deja negras las cosechas y está matando a los animales. Al llegar la forastera, los pueblerinos la ven como una curandera que viene a asistirlos en su desgracia (si bien algunos tardan más en creerlo que otros).
La mitología de “lo rural” ya fue trabajada previamente muchas veces, y en ese sentido la película no explora ningún terreno novedoso. El aspecto interesante es que el director –que también escribió el guión– se basó en un hecho real que ocurrió en aquel lugar (de donde es oriundo). Había aparecido un niño sanador, que decía tener contacto con la Virgen, y la gente hacía colas larguísimas para ser atendido por él.
Bendita eres entre todos los pueblerinos
Hay un paralelismo muy grande entre lo que cuenta la película y la historia de su filmación. La protagonista Salas es la única actriz profesional dentro del elenco. El resto son los mismos habitantes del pueblo que se sumaron al proyecto.
Ailín Salas (Mariposa, Dulce de Leche, La Vida de Alguien) es una de las actrices jóvenes argentinas con más actividad. Comenzó a actuar en el 2007, con sólo 14 años, y hoy ya tiene más de 30 películas en su haber. Personalmente no suele convencerme, pero en este caso su desempeño sereno y tranquilo está en tono con el relato. Se las ingenia para transmitir simpatía y su personaje es atractivo por el misterio que lo rodea.
La Helada Negra no deja lugar a dudas en cuanto a la curación de los cultivos, pero es ambigua en relación a si la causa es la forastera o simplemente la naturaleza del clima. De hecho, el final puede interpretarse libremente para considerar que ella era una farsante o una verdadera santa. Creo que, narrativamente, esa imprecisión fue acertada.
Si bien la narración no es original ni resulta especialmente memorable, el aspecto técnico de la película es absolutamente destacable. La fotografía de Soledad Rodriguez es magnífica y hay una serie de planos secuencia que están muy logrados, y hasta me tomaron por sorpresa. Se percibe muchísimo talento detrás de cámara.
Conclusión
La Helada Negra no trae nada nuevo a la mesa en cuanto a su premisa, pero no puedo negar que se trata de un film estético, muy prolijo y que maneja eficientemente la sutileza de lo que nos está mostrando. Como experimento cinematográfico (trabajar con actores no profesionales, utilizar ambientes rurales y abiertos, expresar el film como una suerte de fábula ambigua) creo que sale airoso, y hasta resulta satisfactorio.