La hermana de Mozart

Crítica de Agustina Tajtelbaum - Toma 5

"Biografía y drama"

Este drama histórico llega a nuestras salas directo desde Francia, una muestra impecable de típico cine europeo. Cuenta la historia de Maria Anna Mozart, apodada Nannerl, la hermana mayor del compositor clásico. La narración nos lleva por la infancia de ambos hermanos, de 11 y 15 años, arrastrados por sus padres alrededor de toda Europa para que todas las cortes vean a sus prodigios. Sin embargo, no todo es gloria, y este viaje que nunca termina acaba desgastando a todos los miembros de la familia.
La historia se organiza en forma de episodios donde se muestra la parte por el todo. Con sólo un momento podemos inferir cómo es la vida diaria de estas personas. Aunque Nannerl es un prodigio por sí misma, Wolfang la supera y sus padres ponen todas sus energías en él. Ella crece a la sombra de su hermano con cierta culpa, ya que de hecho tienen una relación muy cercana. Vemos además con claridad los prejuicios de la Francia victoriana a los que ella debe enfrentarse. Para empezar es mujer, y algunos instrumentos les están prohibidos. Por otro lado, no es de la nobleza. Estos asuntos obstaculizan que ella pudiera emprender una vida profesional por sí misma.
Marie Féret interpreta a Nennerl, una actriz que logra transmitir con éxito las frustraciones que el personaje acumula sobre sus hombros y hace que empaticemos con ella. La química en pantalla con Marc Barbé, que interpreta a su padre Léopold es envidiable. Cada desprecio para con su hija viene desde lo más profundo, y nos hace odiarlo. Pero es un personaje contradictorio, ya que aunque muy equivocado, ama a sus hijos e intenta hacer lo mejor para ellos (especialmente para Wolfang, claro). Esto se profundiza por la soledad del viaje. Los niños no logran hacer ni un amigo ya que nunca se establecen.
Pero las cosas cambian cuando Nannerl conoce a Louise, la princesa de Francia e hija de Luis XV, la primera amiga de su vida. Tiene la tragedia escrita cuando se enamora de su hermano Louis Ferdinand, el Delfín de Francia; en ese momento príncipe. Y aquí es que las cosas comienzan a complicarse para los espectadores. Si uno no la tiene muy clara en historia, entender los porqués va a ser una tarea muy pero muy complicada. Así que sugiero que vean la película con el árbol genealógico de la casa de Borbón en la mano. Más allá de eso, él la corresponde y es una preciosa historia de amor prohibido mientras puedan.
No podemos dejar de hacer mención a la banda sonora. Toda la música es preciosa y acompaña perfectamente las emociones de los personajes. Tanto como cuando los vemos tocar o componer, como cuando la música sólo está en el ambiente, es perfecta. Por otro lado, la fotografía es un gran acierto. La película es visualmente hermosa, y cada detalle está cuidado desde los trajes y maquillajes hasta los carruajes y los muebles en las habitaciones. Históricamente exacto, incluso más de lo que estamos acostumbrados en las películas de época; al punto que observamos detalles que no son muy conocidos.
La historia es bella pero cruda, organizada en episodios que nos cuentan mucho más de lo que aparece en la escena y logra una gran empatía. Un deleite a la vista y aún más a los oídos, pero el error radica en la falta de explicación del contexto histórico de los hechos. Sin saber mucho de historia es fácil perdernos y no logramos apreciar en su totalidad los giros de la trama. Sin embargo para ser justos, la trama principal se entiende de todos modos; pero nos costará encontrar los motivos detrás de las decisiones. Cine europeo en su máximo exponente, especial para los amantes de la música clásica.

Agustina Tajtelbaum