Llega a la pantalla grande el estreno de una película del 2010, basada en una historia real de mediados del Siglo XVIII. La Hermana de Mozart (Nannerl, la Soeur de Mozart), trata justamente de eso, de ser la otra, la marginal, la sin apellido.
Marie Anna o Nannerl -como solían llamarla- era la hija mayor del matrimonio Mozart. Recién cuando su hermano Wolfgangus, de 4 años, mostró una habilidad sorprendente con el violín, fue el momento en el que su padre les dio a ambos clases de música. El talento de Nannerl era tan sorprendente como el de su hermano, pero ella no tendría, en la sociedad de la época, un lugar tan privilegiado como el del pequeño Mozart.
René Féret, director y padre de la protagonista, plantea la historia en el momento en que la familia se encuentra de viaje desde Viena hacia París y luego Londres. A lo largo de esos días en carreta, la familia llegará hasta una Abadía donde Nannerl conocerá a una de las tantas hijas bastardas del Rey de Francia. Durante esos días en el convento, se creará una amistad que permitirá ingresar en los verdaderos sentimientos de las muchachas y luego perdurará por correspondencia.
Nanerl Mozart, un talento oculto en la historia musical.
Nada es fácil para la hermana de Mozart. Impedida por su padre para tocar el violín, al no ser considerado un instrumento para ser ejecutado por una mujer, lo cual la limitaba a sentarse detrás del clavicornio. Imposibilitada por su condición y por su progenitor a tomar clases de composición. Obligada a vestirse como hombre ante la presencia del hijo de Luis XV o para tomar lecciones en el Bellas Artes. La única opción de Nannerl era seguir los pasos de su madre: casarse, acompañar a su esposo y tener hijos. Reprimir todo tipo de talento, deseo o creación.
La Hermana de Mozart, cuenta con un amplio despliegue de vestuario y locaciones pero no resulta creíble la interpretación de Marie Féret en el papel de la protagonista.