La hermana de Mozart

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Una vida a la sombra del genio

Hace tres décadas fue la sombra de Salieri acosando al genio en la oscarizada Amadeus de Milos Forman y ahora le toca el turno a la hermana mayor de Mozart en un ejemplo acabado de "film de calidad", tan apolillado y discretamente correcto en cada uno de los pasajes de la cansina cinta dirigida por el veterano René Féret, de quien hace más de veinte años se conociera la extraña El misterio de Alexina. Ocurre que La hermana de Mozart, filmada hace un lustro, describe a una figura oculta que acompañó los primeros años del experto clavicordista y compositor: Maria Anna Walburga Ignatia, más conocida como Nannerl, aconsejada y luego olvidada por su padre, omitida por la época debido a su condición de mujer y despreciada por un entorno frente a su prodigioso hermano. La historia sostiene que buena parte del talento de Mozart se debió al rigor laboral que le impuso su padre y al acompañamiento de una familia que recorrió salones y cortes para ofrecer su irrepetible música. A eso se dedica Féret, a registrar a un clan familiar donde Nannerl ocupa un segundo o tercer lugar, a la sombra de su hermano, descubriendo su primer amor y observando cómo los años de la adolescencia pasan en vano mientras los aplausos y vítores le corresponden al genio. Féret, en ese sentido, confía en exceso en un personaje de trastienda al que no supo entregarle un mínimo interés, anteponiendo una meticulosa reconstrucción de época en detrimento de un crescendo dramático que presenta escasas novedades. Entre pasillos, carruajes, paseos por el París de Luis XIV y un tratamiento de la imagen que recuerda al vetusto cine francés de posguerra, aquel que solo se caracterizaba por la importancia del tema, las casi dos horas de La hermana de Mozart trasmiten una sensación de letanía argumental que nunca avanza más allá de sus impecables rubros técnicos. Queda el precoz Wolfgang Amadeus sorprendiendo a propios y extraños, un padre posesivo que sólo desea el éxito de su hijo menor y una hermana de quince años que merecía una película más interesante y de mayor riesgo, por más que se tratara de un personaje derrotado por las imposiciones familiares.