La exacerbación de la masculinidad. Crítica de “La Hermandad” de Martín Falci
Los alumnos del Gymnasium de la UNT organizan todos los años a modo de bautismo de los niños de 5º grado. En esos diez días que dura el campamento, los chicos, se encuentran tutoriados por alumnos mayores. Realizan todo tipo de actividades deportivas y lúdicas al aire libre, duermen en carpas, hacen fogones, reflexionan, cantan consignas, se pelean, comen capelletinis con salsa, desarrollan una cierta adicción a los chupetines, profieren toneladas de improperios en tucumano básico o cuentan chistes escatológicos. Sin la presencia de ningún adulto, La Hermandad es un relato iniciático, de separación de los niños de sus padres y maestros, y de convivencia cotidiana con sus casi hermanos mayores, adolescentes al borde de la adultez que asumen los roles de cuidadores o jefes durante los diez días del Campamento.
Con la cámara prendida, como un testigo presencial que se limita a ver, sin intervenir, Falci cuenta lo que ha visto a través de las imágenes. En la película no existe la voz en off, lo que significa un enorme acierto de “La Hermandad”. También las fotografías del hermoso paisaje tucumano es impecable, así como los planos generales muy bellos de la multitud de carpas azules y los niños corriendo detrás del Zorro. Los planos cortos de los protagonistas reflejan la inocencia de esos rostros infantiles, sobre todo de diez niños seleccionados por el director previamente. La decisión de Falci de que los niños no fueran informados que las cámaras y la acción se centrarían sobre ellos hizo posible que la espontaneidad de los chicos, su desenfado al hablar y moverse dentro del plano, lo que logra una frescura y constantes toques de humor al film.
Pero no solo es una muestra de niños en actividades reacreativas y un tierno relato de la infancia , la película es una reflexión profunda sobre la construcción de la identidad masculina y sobre el ejercicio del poder. Las escenas en que los tutores ordenan a los niños revolcarse en el barro y competir entre ellos hasta que gane el más fuerte, tienen cierto aire militar que rememoran de alguna manera a films como “El Experimento” de Oliver Hirschbiegel. Con una gran carga de agresión, a pesar de la orden dada por los tutores de no ejercer violencia en ningún caso, a raíz de la muerte de un alumno del colegio durante un terrible altercado con alumnos de otros colegios, en los días previos al Campamento. Sin embargo, los mismos jóvenes que establecen ese código no son capaces de cumplirlo. En un momento, los tutores dan golpes a los chicos con un flotador, y aunque quizás esto podría verse como algo “divertido”, finalmente resulta bastante violento. Los niños no parecen felices de participar en algunas contiendas sino que más bien las padecen.
Con imágenes fuertes, el director toca la fibra íntima del espectador y lo invita a reflexionar sobre estas prácticas, “La Hermandad” es una muestra, dentro de la revolución feminista, de los modos del patriarcado enquistado en algunos colegios universitarios de Tucumán. Una película que intenta no quedar en el mero relato, sino que invita a la transformación de la realidad a través del arte