Existen en la Argentina dos millones de hipoacúsicos que no ven cine nacional porque no entienden lo que se dice debido a las distintas dificultades en su audición. El subtitulado, junto al aro acústico y el lenguaje de señas, es una las grandes herramientas que ayudan a subsanar las deficiencias del oído. Los productores, responsables del subtitulado en español, por lo general se muestran reticentes a realizarlo, pese a que en muchos casos deben efectuarlo en inglés cuando sus películas son presentadas en distintos festivales por el mundo. En este último caso no se entiende bien por qué el retaceo a un segundo subtitulado. Por otro lado, están aquellas películas argentinas que por su trama los personajes se trasladan al extranjero y en esas locaciones surge el subtitulado, ya que se habla en un idioma foráneo. Sin embargo, en estos casos, tampoco se subtitulan los pasajes en castellano, pese a que el costo sería inferior.
Hubo algunas excepciones. Me casé con un boludo (Juan Taratuto – 2016) fue lanzada al circuito comercial por la Disney con algunas funciones subtituladas que las cadenas de cine programaban en las primeras horas del día (12 y 14). El beneficio duró tan solo un par de semanas. Dos años más tarde, ¡Viva el palíndromo! (Tomás Lipgot – 2018), lanzó su película con una función semanal subtitulada, mientras que El amor menos pensado (Juan Vera – 2018) y Yo soy así, tita de Buenos Aires (Teresa Constantini – 2017), brindaron funciones especiales. Este año, De acá a la China (Federico Marcello – 2019) y Método Livingston (Sofía Mora – 2019), también comenzaron a ofrecer funciones inclusivas muy puntuales. El otro recurso para una ínfima minoría es el subtitulado en inglés. El estudiante (Santiago Mitre – 2011) y Plan B (Marco Berger – 2009) se proyectaron en el Malba con esta facilidad. Del mismo modo, se pueden apreciar las películas argentinas en secciones de competencia en el BAFICI y en el Festival de Mar del Plata. Cabe destacar en esta campaña a Rosario García, que a través de su página web “Juntos por los subtítulos” ha golpeado puertas de organismos oficiales, ministerios y del Congreso de la Nación, para ser escuchada y transformar el reclamo de los hipoacúsicos en ley. El productor Benjamín Ávila, con su película La hermandad, convirtió en regla lo que antes era una excepción, ya que el film que representa será el primero en ser exhibido en todas sus funciones comerciales con subtítulos en español. Sin duda, un gran primer paso en el cine argentino.
La ópera prima del director tucumano Martín Falci retrata el último campamento de varones (a partir del 2018 comenzó a admitir mujeres en su alumnado) que realizó el Gymnasium en el año 2017, un colegio universitario público de Tucumán fundado en 1948. El film se centra en los niños de quinto grado que tienen su primera experiencia fuera del hogar, donde la supervisión está en manos de tutores adolescentes en reemplazo de los padres. Los jóvenes campamentistas ayudados por los mayores, levantan sus carpas rodeados de una naturaleza tupida propia del monte selvático. Atrás quedaron los cánticos entusiastas en el micro que los transportaba, es tiempo de cumplir con obligaciones y responsabilidades. Comienza una nueva etapa de maduración. Falci, ex alumno de la institución, recoge con su cámara los rostros en primeros planos, mezcla de inocencia y sorpresa, de los recién llegados. En todas las imágenes brota la espontaneidad, nada surge de modo artificioso. Los pequeños tendrán una experiencia que los enfrentará ante lo nuevo y lo desconocido, en donde la realidad desplazará la recreación imaginaria. Los ritos, como el fogón y los juegos de cacería, se comparten con las tareas diarias: guardias, corte de leña y lavado de ollas. La fisicidad, el roce de los cuerpos se hace presente en las competencias de fuerza donde el desafío provoca el contacto mientras se revuelcan en el lodo o persiguen a un rival para tumbarlo, en las rondas al saltar juntos abrazados dando hurras, en las pinturas de los torsos y rostros que realizan entre ellos. El espíritu de camaradería y el rechazo a la violencia está siempre presente en los mensajes impartidos por los tutores, que incitan a la participación en las distintas actividades para fomentar la integración. Al retornar, duermen en el transporte abatidos por la intensa semana que los puso a prueba. La flamante enseñanza práctica los devolverá más autosuficientes y formados. Los mitos y fantasmas han quedado atrás, una nueva existencia los aguarda. Valoración: Muy buena.