La nada y nada más que la nada
La ópera prima de Sofía Mora, La hora de la siesta (2009), que de manera inentendible ganó como Mejor Film Latinoamericano en la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, derrapa la misma intrascendencia que generan sus dos apáticos protagonistas. Un cine que no hace otra cosa que echar al espectador de la sala y lograr que nunca más vaya a ver una película argentina.
Dos adolescentes transitan un par de horas de sus vidas por el barrio desértico de una ciudad cualquiera, mientras en su casa velan los restos de su padre muerto y su madre encerrada en una habitación no para de llorar. Lo curioso es que desde adentro se siente que la lluvia cae sobre la ciudad de manera constante pero en el afuera pareciera que hace años que no cae una sola gota. ¿Error de continuidad o que alguien explique que quisieron decir?
A través de una puesta netamente teatral, con sólo dos personajes en escena, planos estáticos y muy poco desplazamiento, el film de Sofía Mora producido por su esposo, el director, Néstor Frenkel (Construcción de una ciudad, 2007) provoca un quiebre negativo en una puesta en escena plagada de tiempos muertos, diálogos frívolos y cierta apatía de y hacia los personajes, dando como resultado un film monótono y chato que provoca cierto ostracismo narrativo desembocando en la ira del espectador ante la falta de una historia concreta o peor aún de no saber que se quiso hacer ni que decir.
Entendemos lo de film minimalista, personajes abúlicos, cine para unos pocos, propuesta diferente, renovación estética, espectador activo y todos las frases hechas que muchas veces se usan para justificar lo injustificable. ¿Pero cómo demostrar lo que no existe? En síntesis La hora de la siesta es un film inexistente.
Filmada en un blanco y negro básico que evita los matices, al igual que los personajes y la misma historia, La hora de la siesta no es otra cosa que una inexplicable película en dónde nada se dice, nada pasa y nada se entiende. Véala y saque sus propias conclusiones (pero después no diga que no le avisamos).