Desde tiempos inmemoriales que hubo personas dedicadas a predecir el futuro de otras. Ya sea porque creen en ello o sólo lo consideran un trabajo más y prefieren convencer a los incautos de sus poderes sensoriales. Para eso siempre miraron a los astros, la borra del café, las cartas del tarot o las líneas de las manos, por ejemplo. Pero ahora hay que adaptarse a la nueva era de la tecnología y dirigirse a los jóvenes, entonces, bajo esa premisa, Justin Dec creó ésta película en que una aplicación para teléfonos celulares indica el momento exacto de la muerte del usuario suscripto.
Como la tentación es parte de la naturaleza humana, lo mismo que la curiosidad y la necesidad de pertenecer a un grupo para ser reconocido, varias personas en los Estados Unidos bajan dicha aplicación para conocer su destino. A la gran mayoría les augura llegar a viejos, pero a unos pocos les otorga horas o pocos días de vida y, aunque hagan todo lo posible para evitarlo, no tienen una escapatoria posible. ¿Por qué ciertas personas van a morir prematuramente? Y la respuesta es: que el programa así lo establece y condena a los que sienten una profunda culpa por lo que hicieron en un momento de sus vidas con lo que perjudicó a las de otras.
Con ese verosímil instalado en una ciudad estadounidense el terror se apropia de ella, y el relato se centra en la heroína de la historia, Quinn (Elizabeth Lail), una enfermera recién confirmada en su puesto de un hospital que, intrigada por los riesgos y consecuencias que conllevan instalar la aplicación de la cuenta regresiva, es advertida que le quedan un poco más que un par de días. Y luego, como un virus, quedan sentenciadas otras personas más, incluida su hermana menor Jordan (Talitha Bateman).
Lo interesante del film, que prácticamente no asusta, es la originalidad en el planteo del conflicto, el ritmo incesante para seguir las peripecias de Quinn en su lucha para salvarse ella y su hermana. Como así también incluyeron a la religión católica, con un cura joven y divertido que oficia de guía y les enseña a luchar contra el mal. Además, agregaron un tema muy candente en estos tiempos, que es el acoso sexual, para mostrar un poco más la fortaleza femenina. Los personajes cumplen con las indicaciones del director y no desentonan entre los buenos, malos, simpáticos, conflictivos, conciliadores, etc. El guión respeta las reglas clásicas de las películas de éste género, aunque no juega el director con ruidos que distraen el foco de atención, ni música estridente que presagia el mal, en este caso es reemplazado por repentinos apagones de luz.
La tibia enseñanza que deja el relato es qué si uno desea sobrevivir necesariamente debe poseer una férrea capacidad de dominar los demonios internos y, desde esa posición, combatir al externo, proveniente del tenebroso más allá, que es implacable y cumplidor con los tiempos estipulados en la cuenta regresiva que aparece en la pantalla del celular.