El capitalismo gana todos los días por goleada. Cada App, cada nuevo modelo de celular y cada nueva red social sirven para convertirnos en consumidores adictos a todo lo que ofrece el sistema. Estamos cada vez más embobados por (y con) esos aparatitos embrutecedores. Hoy casi nadie puede estar sin mirar la pantalla de su teléfono móvil. Vivimos en un presente en el que parece no haber horizontes ni la posibilidad de que nazca algo nuevo, radical, que mejore nuestras vidas de muertos vivientes idiotizados.
El terror sigue siendo el género que alberga la posibilidad de construir un relato crítico sin sacrificar el entretenimiento para las masas. La hora de tu muerte, escrita y dirigida por el debutante Justin Dec, no es otra tonta película de terror americana. Podrá tener la apariencia de la típica producción para adolescentes sin edad, pero su contenido es necesario. A su manera industrial, el filme da cuenta de una de las características principales de la sociedad contemporánea: el uso atolondrado y peligroso de ciertas nuevas tecnologías.
La protagonista es Quinn (Elizabeth Lail), una joven enfermera que descarga en su celular una misteriosa aplicación que predice la fecha y la hora en que una persona morirá. Por supuesto, el asunto le parece irresistible y le da aceptar a pesar de los antecedentes y las malas noticias que circulan. ¿Quién se rehusaría a participar de tan desafiante y temible divertimento? La aplicación le da a Quinn tres días de vida, lo que la lleva a tener que encontrar desesperadamente una solución a su destino.
Nadie escapa a la tentación de una nueva aplicación, todos quieren jugar, descargarla, participar. Nadie puede estar sin un celular o sin registrarse en alguna red social. Para los personajes de La hora de tu muerte parece no haber alternativa una vez que caen en las manos del algoritmo de la Matrix que maneja el mundo y las mentes de cada persona que lo integran.
Dec aprovecha el eficaz argumento para mezclar varios subgéneros con bastante éxito, desde el slasher hasta las películas de demonios y maldiciones, pasando por el thriller sobrenatural y las películas de terror que someten a sus personajes a juegos mortales, como El juego del miedo y Destino final.
Otro de los aciertos de la película es su corrección política. A la hora de liquidar a alguien, elige al más detestable y único merecedor de lo que le pasa, en sintonía con la sensibilidad feminista del #MeToo y la violencia de género.
Justin Dec hace cine comercial para adolescentes aburridos, pero también hace crítica cultural demoledora para adultos que no comulgan con las prácticas de la actualidad. Y no lo hace con pretensiones filosóficas, sino más bien como un juego teórico en clave de película de terror liviana para que lo entienda quien quiera. Dec tiene la lucidez y la valentía de permitirse una mirada pesimista sin caer en una postura conservadora.