El dúo cómico compuesto por Salvatore Ficarra y Valentino Picone entregan en su quinta película (primera en estrenarse en el país), La hora del cambio, una sátira social que más allá de los localismos propios del cine italiano, pega fuerte en otros contextos.
¿Extraña? La decisión de quien/es traducen los títulos locales de cambiar el original y obvio en su lectura “La Hora Legal”, por “La hora del cambio”, agregando algún puntito más a lo que podría ser el atractivo por la coyuntura actual. Sin embargo, de ser así, más de uno podrá darse la cabeza contra un paredón. L’Ora Legale apunta sin remordimiento al electorado que eligió ese cambio. Pietrammare es un pueblo pequeño dentro de la comunidad siciliana en el que las malas costumbres son moneda corriente.
El intendente del lugar hace años que ocupa el mismo cargo y existe una suerte de complicidad para que cada uno haga lo que quiere.
Sin embargo, hay un sector de la población que se indigna de esta situación, y es así, como en las elecciones termina ganando un profesor, Pierpaolo Natoli (Vincenzo Amato), con una premisa básica y lógica, cumplir todas las promesas que hizo en campaña, y así, realmente pone a Pietrammare en orden.
¿Cuál es el problema? Ahí está la indagación que Ficarra y Picone hacen al espectador ¿Realmente queremos vivir en una sociedad en la que todos los órdenes se cumplen?
La gente de Pietrammare no, incluso los allegados al nuevo intendente, y comienza un plan para terminar con la tiranía de la rectitud. Salvatore Ficarra y Valentino Picone surgieron de la televisión italiana con el programa Zelig Circus con el cual adquirieron cierta fama local, y es con este film de resonante éxito, que se les abrieron las puertas al mundo.
Este dúo, forma parte de una renovación que viene intentando la comedia italiana desde hace algunos años, y que, en realidad, pareciera estar queriendo devolver las cosas a su origen, a lo que fue la época de oro del grotesco en el que el cine italiano brillaba, aún por sobre mucha producción hollywodense.
Luego de un largo período ene le que la producción italiana languidecía entre melodramas de clase media acomodada, y comedia demasiado pasatistas o con una ironía demasiado intelectual; títulos como este parecen abrirse camino entre lo popular y una lectura social ácida y acertada.
Sin embargo, también es importante remarcar que le falta un camino largo por recorrer y que los resultados finales están lejos de lo que fue esa época de gloria.
La hora del cambio termina inclinándose por cierta condescendencia propia del cine actual, por una mirada más benévola sobre aquello que en un principio critica, y eso la aleja de la negritud de lo que pudo ser un resultado final más efectivo.
Ese volantazo hacia terrenos más tradicionales y a una mirada amena impuesta diluye en gran parte algo de lo que vimos, dejando esa sensación de que, se pudo pisar mucho más el acelerador y llevarse puesto algún conservadurismo que cuesta derribar. El camino parece ser el correcto sólo hace falta apuntalar el trayecto para que no se desvíe.