Italia, un espejo para ciertos vicios criollos
En esta comedia satírica, los vecinos de un pequeño pueblo siciliano están hartos de su intendente, ejemplo absoluto de corrupción, indolencia y falsa simpatía. No hay progreso, ni mejoras, ni siquiera hay quien levante la basura. Vienen las elecciones y se postula un tipo serio, íntegro, que promete una absoluta limpieza. Lo votan. Y cumple y hace cumplir. Ahí viene el problema: "¿Cómo? ¿los amigos y parientes no arreglamos? ¿yo también debo pagar tasas y multas, acatar las reglas? El otro era más piola."
Como amarga deducción, en la propia obra surge también otra pregunta: "L'Italia, l'onestá, se la può permettere?" ("Italia, la honestidad, ¿se la puede permitir?"). Nos duele, pero la traslación puede ser casi automática. Claro que esto no es todo. La comedia alegre y burlona- tiene otros enredos y agrega más elementos de diversión. No sólo de política vive el hombre.
Autores y protagonistas en papel de vecinos y concuñados, Salvatore Ficarra y Valentino Picone, dos palermitanos muy populares en su paese. Con ésta, su quinta obra, se acercan al Mario Monicelli de "Queremos los coroneles" y más aún al Checco Zalone de "Quo vado?", que acá se llamó "¡No renuncio!", inteligente comedia sobre los efectos de una "limpieza" de empleados públicos. Esta última, y "La hora del cambio", si estuvieran dobladas casi creeríamos que son argentinas.