Todo por un sueño
La ópera prima de Giuseppe Capotondi es una película poblada de pistas falsas que intentan extraviar al espectador en un pesado laberinto narrativo. El director está siempre varios pasos adelante de un relato que va mutando desde el film noir de tendencia psicológica hacia el thriller con elementos fantásticos. En realidad, las rebuscadas peripecias y las incesantes vueltas de tuerca que esgrimen los tres guionistas son solo muletas para sostener una historia endeble. La pretensión de que cada personaje y situación se puedan transformar drásticamente, hace sospechar que no hay ninguna regla y termina generando indiferencia.
En el comienzo, Sonia y Guido se conocen en una lúgubre reunión de solos y solas. Ella se gana la vida como mucama en un hotel y él es un antiguo policía reconvertido en vigilante privado. Cuando la pareja comienza a vivir un idilio amoroso, irrumpe una violenta escena de robo en la lujosa residencia custodiada por Guido, donde Sonia va a perder el nuevo amor de su vida. A este giro prometedor le sigue un doloroso y previsible descenso a los infiernos en el que las apariciones fantasmales de Guido son reforzadas con sonidos que sugieren la locura de Sonia. El guión se bifurca con una intriga vagamente policial pero Capotondi no lleva a buen término ninguna de las líneas narrativas y se pierde en pequeñas manipulaciones destinadas a que el espectador se pregunte: ¿el hombre está muerto?, ¿la mujer se está volviendo loca? O peor: ¿será todo un sueño?
El placer de reencontrar a Filippo Timi, el tenebroso Mussolini de Vincere, a la par de la sugerente Ksenia Rappoport, se deshilacha junto al interés por los personajes a medida que se establece la mecánica del guión y los artificios se tornan demasiado evidentes. Como un codazo cómplice para despabilar al espectador, la película instala un sistema de signos que, se supone, deben producir sentido: una canción de The Cure que atormenta a Sonia, los suicidios idénticos, el camión del robo que no deja de aparecer e incluso una misteriosa foto en Puerto Madero (los ladrones planean fugarse a Buenos Aires). En el tramo final llegan las explicaciones y entonces los numerosos indicios y pistas adquieren sentido porque el último golpe del guión anuncia que buena parte de lo que se nos ha contado nunca sucedió.