Un reloj que transporta a la pesadilla
Basada en la nouvelle Il cuore della notte, la película es protagonizada por Ksenia Rappoport en el rol de una eslovena que trabaja en un hotel y en sus horas libres concurre a grupos de solos y solas, donde entablará relación con un expolicía.
Circula en edición DVD uno de los últimos films de uno de los más relevantes nombres del thriller italiano, Darío Argento, cuyo título original (que se mantiene en castellano), intenta, pretende, hacer honor a ese subgénero del policial que en Italia se conoce como "l giallo" Lamentablemente, es precisamente este film de este tan irregular realizador que nos ha legado títulos muy significativos ya desde principios de los 70, tras los pasos de Alfred Hitchcock y Mario Bava, el que marca, tal vez, así lo creo, el punto de decadencia más extrema de toda su filmografía. En él Adrian Brody, en el rol de un policía investigador, se lanza tras los pasos de un asesino de mujeres, desde una trama rutinaria, previsible, vacía, ajena a todo aquello que alguna vez construyó en sus guiones, delineó en sus films, el director de El pájaro de las plumas de cristal, el primero de toda una serie de sus tan particulares y destacados thrillers, estrenado en 1971.
La categoría "giallo" data de 1929, cuando la Editorial Mondadori comienza a publicar policiales, en principio, al estilo clásico, de corte deductivo para luego pasar a incorporar los elementos que definen a la narrativa estadounidense, particularmente "el hard boiled" con Dashiell Hammett, Raymond Chandler, McCain, entre otros.
Desde este marco de referencias, y pensando en un film que vimos hace dos años La ragazza del lago, de Andrea Molaioli, es que hoy volvemos sobre "el giallo" y tratamos de enunciar algunas características de esta opera prima de Giuseppe Capotondi, fotógrafo profesional, director de cortos y spots publicitarios, reconocido internacionalmente, quien, desde 2004, vive en Barcelona. Fue en el 2006, cuando su historia, presentada en formato nouvelle, Il cuore della notte mereció el Premio Solinas.
Y es este texto, el que está en la base de La hora del crimen, título que en castellano nos lleva a perder de vista lo que en el film es más que un juego de casualidades, ya que en el original, La doppia ora, el vocablo que alude a lo que se comprende como repetición, se puede jugar como "lo doble" desde una proyección mucho más amplia. En este giallo, entonces, en formato de thriller, esta ópera prima, que fue distinguida fundamentalmente con premios por su guión y por la actuación de la actriz Ksenia Rappoport, el que nos lleva a abrir sus puertas, mejor dicho a entreabrirlas, ya que aquí no debemos, en honor a las reglas del género, tratar de avanzar en esto de revelar pistas al lector.
Como acontecía en el tan controvertido film de Giuseppe Tornatore, La desconocida, la actriz Ksenia Rappoport vuelve a componer aquí a una inmigrante eslovena, Sonia, quien ahora trabaja como criada de un hotel, en la ciudad de Turín. Al llegar la noche, y cuando la agenda laboral se lo permite, asiste a un lugar de solos y solas, y es allí, entonces donde trabará un primer encuentro con Guido, un expolicía, ahora custodio de una villa alejada del centro de la ciudad. El primer encuentro los llevará a un arrojo de una gran fuerza física, íntima, marcado por la posesión, pero al mismo tiempo por el temor.
Mientras la relación se va planteando en términos de encuentros furtivos, y la puerta de la residencia va dejando paso a la entrada clandestina de los marginales amantes, un reloj de muñeca indica una repetición horaria, situación que jugará simétricamente en un momento ulterior del film. Desde aquí, el relato comienza a intercambiar una serie de planos y registros, borra fronteras y si el lector presta atención, tal vez, atendiendo a cierta exigencia fonética, tanto el apellido de la actriz como la del gran actor, de excepcional actuación en su doble rol en Vincere de Marco Bellocchio, llevan en el interior de los mismos la duplicación de la letra p. Lo mismo ocurre con el nombre del realizador, situación idéntica como la del personaje que compone el rol de Margherita, amiga de Sonia, Antonia Truppo.
Algo trágico va a ocurrir, un juego de espejos se despliega en la escena, mientras el misterio y el sobresalto cabalgan sobre el lomo de los protagonistas y del espectador. En esa Turín espectral, por momentos abstracta, lejana de toda visión turística asoma otra orilla, a través de una enigmática fotografía que nos lleva a una zona portuaria de la ciudad de Buenos Aires. En ese juego de duplicaciones, de rostros que se espían, de miradas suspendidas, hay un tiempo que se dilata a través de una estructura clásica que tiene como coordenadas el destino y el doble, lo que nos lleva por igual a ciertos carriles del melodrama.
El espectador de La hora del crimen debe partir de algo que en muchas oportunidades define las reglas del thriller, "las apariencias son engañosas" y no es casual, (una vez más el término), que la canción que escuchamos, que el tema elegido sea La vida es un carnaval, de Celia Cruz.
En la historia familiar de Sonia y Guido hay vacíos, perdidas y ausencias. Y en ese nuevo encuentro, en principio ocasional, en esa reunión de solos y solas, algo pareciera que puede empezar a correrse de lugar. Y ciertamente será así, ya que ahora en ese traslado habrá un pasaje hacia una pesadilla, una suerte de alucinación, algo que comienza a anticiparse cuando las agujas del reloj se repitan y se dispongan especularmente.