Cita a ciegas
Salvo con la excepción de La desconocida (2006), el antecedente de los últimos años del film noir italiano con La ragazza del lago (2007) dejaba ciertas preocupaciones para un espectador más exigente, cansado de consumir thrillers mediocres provenientes del gran país del norte. Por eso, la regocijante noticia del estreno de La Doppia ora (2009) a la cartelera local alimenta las expectativas de que el llamado nuevo cine italiano cuenta con noveles directores que saben hacer bien las cosas y respetan los códigos de un género bastante vapuleado en el último lustro.
Sonia (la rusa Kseniya Rappopport, también protagonista de La desconocida) conoce a Guido (Filippo Timi) en un lugar de citas para solos y solas. Ella trabaja de camarera de hotel y él es un ex policía que ahora se dedica a vigilar una propiedad rodeada de un bosque, donde se encuentra una importante colección de arte. En sus ratos de vigilancia graba los sonidos de la naturaleza como pasatiempo. Luego del encuentro, la relación entre ambos prospera a pasos agigantados y deviene en romance hasta que un hecho fortuito pone en riesgo la vida de la pareja a partir de un confuso robo de dicha colección que involucra a ambos personajes.
El supuesto asesinato de Guido por parte de los delincuentes levanta todo tipo de sospechas sobre Sonia, quien sobrevive acusando simplemente una herida muy leve. Sin anticipar mayor información, sólo resta por decir que la trama plantea una zona de quiebre desde el punto de vista de la aparente víctima Sonia, donde la noción de realidad y ficción -¿o fabulación?- desaparece repentinamente para sumergirse en un terreno de ambigüedad que asimila una serie de subtramas y personajes (entre ellos su amiga y confidente Margarita y un policia amigo de la víctima asesinada que la acecha con preguntas incómodas) que se entremezclan entre sí.
El debutante Guiseppe Capotondi se maneja con solvencia en la dirección para entregar un relato sólido, tenso y muy bien narrado, que se nutre de las mejores influencias del género empezando por el insustituible Alfred Hitchcock -por citar al más obvio- pero sin negar la fuerte inspiración en el cine negro francés.
En este caso utiliza como escenario de la acción dramática a la sombría ciudad de Turín con sus secretos, bosques y personajes oscuros valiéndose de una economía de recursos y una inteligente puesta en escena.
En cuanto a las actuaciones, una vez más la actriz de origen ruso Kseniya Rappopport se lleva los mayores elogios al resolver un personaje atravesado por un halo de enigma y perturbación que mantiene al espectador hipnotizado y por qué no decirlo manipulado en el mejor sentido de la palabra. Nunca mejor dicha la frase: no hay mejor ciego que el que no quiere ver.