Barata y estirada, pero con chispazos de ingenio
En la era de las películas de "found footage" o "metraje encontrado", la gran cualidad de "La horca" es que no repite la misma fórmula de siempre y que incluso se las arregla para armar algo parecido a un largometraje con prácticamente nada. En un momento culminante de lo que Roger Corman definía como "economía de medios", estos cineastas tan caraduras que por momentos son unos genios arman una secuencia entera mostrando las zapatillas del personaje que, como sucede siempre en estos casos, no puede soltar su berretísima cámara de video.
Hay algo que en teoría casi podría hacer recordar con simpatía esta película y es que parece armada para mojarle la oreja al culpable de este nuevo género, "El proyecto de la bruja de Blair", repitiendo sus absurdos y obvios recursos argumentales, empezando por los celulares que pierden la señal cada que vez que el guionista no tiene una idea mejor. Sólo que el concepto de "La horca" es muy astuto y verdaderamente temible, además de verosímil, ya que juega con las supersticiones del mundo del teatro, que todo aquel que haya tomado un par de clases de actuación conoce.
Los que no tomaron ni media clase de actuación son los ignotos protagonistas de este film, tan astuto que hasta resuelve este detalle: los personajes son todos actores adolescentes en un colegio que tiene una vetusta sala teatral con muy malas vibraciones, dado que 20 años atrás un actor interpretando la obra "The Gallows" (es decir, la horca o el patíbulo) muere ahorcado en una tragedia inexplicable que conmocionó a todo el ámbito escolar.
El chiste que aquí parece una auténtica tomada de pelo es que unos chicos del colegio deciden conmemorar la tragedia con una nueva representación de "The Gallows", lo que obviamente no es buena idea. Para hacer las cosas más baratas aún, el dúo de directores y guionistas reduce el elenco a un mínimo grupo de alumnos que se quedan encerrados en el teatro una noche de ensayo faltando realmente el respeto al difunto colgado.
El público avezado en cine fantástico sabe bien que si hay muchos personajes a quienes asesinar de manera horrible, la película será lenta y aburrida, ya que hay que estirar cada muerte para llegar a los indispensables 82 minutos que tiene que tener mínimamente algo por lo que la gente paga una entrada. Pero, pese a todos los trucos ladinos de estos cineastas que merecen un premio por haber logrado venderle este proyecto a la Warner, hay varias cosas que juegan a su favor, como el humor solapado, el inteligente uso del sonido (debe haber sido lo más caro del film) y el hecho indiscutible de que dentro de un film de "found footage", en el que todo tiene que estar mal filmado ex profeso, cuando quieren, como en la dramática y apropiadamente teatral escena clave hacia el final, los tipos demuestran que pueden filmar realmente bien.