Este filme va a hacer resurgir a Jigsaw / Jhon Kramer, el personaje de la saga “El juego del miedo” (2009, y las 6 posteriores), pues si bien la misma ya circula por su octava entrega, y cuando parecía agotada, surge la ayuda intempestiva, externa, pues para definir a “La horca” sólo basta decir que verla es una verdadera tortura. Por lo cual el actor Tobin Bell está agradecido de poder seguir facturando, y no es un mal actor, convengamos.
Uno podría decir que el gran problema de “The Gallows”, tal el nombre original, es el guión, si lo hubiera, claro.
Otro punto a tener en cuenta, pero que tampoco se lo puede asumir como lo peor, es que casi todo el metraje está filmado, siendo extremadamente bondadoso, se podría definir esta actividad de esta: manera, cámara en mano, movimientos sin sentidos, acelerados, planos de nada, el piso limpio, una pared despejada de ornamentos.
Lo que se torna realmente insoportable es como se puede producir, pergeñar, diagramar, planificar, una producción donde entre todos los personajes no pronuncian más de 30 palabras, tal es la calidad total del léxico utilizado, vocablos repetidos hasta el cansancio, y todos con el mismo tono, no importa que personaje lo diga.
Sumándole a esto que los directores, (son dos) apelan a producir sobresaltos a partir de los exabruptos sonoros, pues llamarlo efectos de sonidos es casi una falta de respeto para los creativos en sonido.
Así de rústicos, al mismo tiempo que reiterativos sólo para generar en el espectador molestia, pues luego del primer sobresalto, éste se acostumbra y nunca más podrá servir para generar alguna escena que promueva a la sensación de miedo, que en realidad reflejan nada más que la ineficacia del recurso por abuso del mismo.
No es posible determinar la performance de los que interpretan a los personajes, no parecen actores, posiblemente lo sean, pero el producto no los ayuda a demostrarlo, eso sí, son jóvenes y bellos.
La historia, que con los elementos con los cuales quiere edificar una historia, ya fueron utilizados miles de veces con resultados disímiles, nada es original en esta realización. Se centra en un grupo de estudiantes que, 20 años después de un terrible “accidente” ocurrido durante una función de teatro en la escuela de un pequeño pueblo, los nuevos alumnos, sabiendo de los sucesos acaecidos hace dos décadas, deciden reestrenar la obra fallida en una tentativa de honrar a los participantes aquella tragedia.
Pronto descubrirán que algunas cosas es mejor dejarlas en el pasado, (esta película como ejemplo, vale).
Esta seria la idea, por supuesto que deberá aparecer un video extraviado con las imágenes grabadas de la anterior, como si fuese novedoso, es un monumento a la previsibilidad, que no sólo aburre hasta el hartazgo, sino que durante la proyección percibí gente rezando para que termine e irse, pero en la charla posterior con algunos colegas surgió la idea de pedir que verla sea considerado trabajo insalubre y nos aumenten los honorarios, no por única vez, sino cada vez que se repita algo de este tenor.
Por ultimo, hasta podría decirse que esto sucede por la culpa de los padres que les compran camaritas de video a sus hijos, por creen que jugar con una cámara con personas corriendo y a los gritos es hacer cine, lo lograría hasta ser sostenible, si durara 5 minutos.