El documental de Georgina Barreiro, que participó en los Festivales de Locarno y Mar del Plata, sigue la cotidianidad de una comunidad budista en Sikkim (India) a partir de los jóvenes de una familia del lugar.
En medio de la inmensidad y belleza de los Himalayas, existe un poblado que parece detenido en el tiempo. Y sus habitantes también. Cumpliendo con las tradiciones y, a la vez, algunos de ellos, pertenecientes a la nueva generación, procurando ser y cumplir con sus deseos.
La cámara de Barreiro se inmiscuye en la vida cotidiana de los personajes, en sus actividades diarias, mientras intercala postales de una gran belleza plástica de los lugares que recorre.
A través de esas situaciones retratadas se desprenden posiciones sobre la vida, la muerte, el futuro, la posibilidad laboral, especialmente desde la mirada de los más jóvenes inmersos en un mundo que sostiene siglos de tradiciones con las que tienen que romper pero sin perder la identidad.
Más allá del interés que despierta conocer una cultura tan ajena a nuestra occidentalidad desde el acceso íntimo y privado de una familia, que además es parte activa de las actividades sociales, el documental puede tornarse algo monótono y cansino, con un ritmo que ni siquiera la coralidad de los personajes retratados consigue quebrar.
Desde una posición observacional y casi antropológica, se desarrolla el documental La huella de Tara siguiendo a unos jóvenes en una comunidad budista.