La laguna sagrada
Imbuirse en el opus de Georgina Barreiro es en primer lugar tomar contacto con el budismo tibetano y por otro con una premisa muy pequeña que tiene por protagonistas no solamente a cuatro hermanos sino a la majestuosa presencia de Khechuperi, una comunidad situada a orillas de un lago sagrado. Próximo a los Himalayas, la mirada del espectador rápidamente se ve compenetrada con un estilo ascético, pero no por ello lúcido en tanto y en cuanto la no intervención sobre aquello que la camara capta es mucho más vibrante e intenso que desde un modelo donde la puesta en escena se ve alterada por la presencia del director o equipo.
Se notan las ideas dentro de esa objetividad manifiesta pero en ningún momento el recurso se lleva puesta la película, sus climas internos que genera un ritual y las charlas que más que banales encuentran gran significancia con las transformaciones socioeconómicas y el peso de la globalización o las tecnologías que penetra a pesar de todo en lo ancestral y en la tradición desde las generaciones más jóvenes.
Cuando la necesidad de bajar alguna línea narrativa o discurso contamina un documental, el primero que lo padece es el espectador. Por eso dejarse llevar por la propuesta contemplativa y profunda de La huella de Tara, tomar contacto con otro mundo no ficticio pero que se hermana con un tiempo que ya no existe no puede ser más que bien recibida y sobre todas las cosas en estas épocas de inmediatez y reciclado de fórmulas.