En 2009 se estrenó en las salas de todo el mundo La huérfana, película dirigida por Jaume Collet-Serra con Vera Farmiga, Peter Sarsgaard y la malvada niña intrerpretada por Isabelle Fuhrman que se convirtió en un sorprendente éxito de crítica y público. Sin embargo, pasaron 13 años hasta la llegada de esta precuela en la que -del elenco original- solo reaparece Fuhrman (hoy de ¡25! años en la vida real).
Lejos de los hallazgos del bizarro y al mismo tiempo elegante film original, La huérfana: El origen es una película tan impecable en su factura como convencional en su propuesta. El punto de partida es inverosímil (aunque sabemos que ese no es un problema dentro del género de terror) con un prólogo ambientado en Estonia en 2007. Allí nos reencontramos con la protagonista, Leena, internada en un neuropsiquiátrico y convertida en “la paciente más peligrosa” del lugar. Lo cierto es que tras ese look de niña inocente con dos colitas atadas se esconde en verdad una mujer de 33 años (hay una justificación médica con un desorden hormonal para ese descalce etario) con evidentes rasgos psicopáticos y facilidad para el slasher a-la-Freddy Krueger.
Lo concreto es que a los 20 minutos tendremos a la niña-adulta Leena haciéndose pasar por Esther, la hija desaparecida del matrimonio de ricachones Albright compuestos por mamá Tricia (Julia Stiles) y papá Allen (Rossif Sutherland). Tricia y Esther regresan en un avión privado y se instalan en la mansión familiar en el pueblo de Darien, en Connecticut, junto a Gunnar (Matthew Finlan), el hijo mayor de la pareja. Tras la emoción inicial por el inesperado reencuentro (los Albright no sabían nada de Esther desde hacía cuatro años) y la fascinación que genera las dotes de la “pequeña” como artista plástica y pianista, comenzarán las sospechas, los enfrentamientos y las vueltas de tuerca que no adelantaremos.
William Brent Bell, veterano director de cine de terror, maneja todo dentro de una medianía que no irrita pero tampoco impacta. Hay muchas escenas nocturnas, y fiestas, y paisajes nevados, y fuego, y -claro- sangre. La iconografía está, los golpes de efecto también, pero lo cierto es que pasamos del notable y original film de 2009 a la discreta y previsible segunda entrega en este 2022 ¿Seguirán “reviviendo” a la franquicia?