La huésped es la adaptación al cine de un libro de Stephanie Meyer, la misma de la saga Crepúsculo. Inconsistente y aburrida, desperdicia recursos y elenco.
Y sí, hay ocasiones en que un buen guionista y director, o si no bueno por lo menos pongamos aceptable, decide estampar la firma en un contrato y engrosar su cuenta bancaria con varios millones a condición de tomar las riendas de un proyecto inclasificable. Si ese no fue el motivo, la verdad es que no se entiende como Andrew Niccol figura en los créditos como responsable de La huésped, un cambalache que pretende combinar romance, ciencia ficción, drama y alguna otra cosa, y que en definitiva parece no encuadrar en ninguno de esos géneros. Niccol es un tipo que si bien no forma parte de ese primer pelotón de grandes y prestigiosos realizadores, al menos tiene en su foja de servicios películas como Gattaca o El señor de la guerra (en ambas escribió y dirigió) y quizá en lo que pueda destacarse como su mayor trabajo, el libro de la recordada The Truman Show.
Aquí tomó la novela del mismo nombre de Stephanie Meyer (sí, la creadora de la saga Crepúsculo) y le dio formato en pantalla grande. El tema es que cuando un director se encuentra (o se mete por su propia cuenta) con un libro que es malo, por lo general trata de utilizar la cantidad de recursos que le brindan las técnicas cinematográficas, más alguna que otra licencia, para mejorarlo un poco. Al salir de la sala, da la impresión de que no le importó demasiado ese problema.
Invasión. La trama de la película tiene como eje una invasión extraterrestre, por la que la mayoría de los humanos terminan como meros vehículos, porque los malos “toman” los cuerpos implantándoles un alma. En la Tierra quedan unos pocos que no pudieron ser sometidos. Una chica (Saoirse Ronan), dividida entre su lado terrícola y eso extraño que intenta dominarla y “asimilarla”, será el eslabón para llegar a ese refugio donde quedan los últimos habitantes.
Hasta aquí, algo parecido a lo que se vio en La invasión de los usurpadores de cuerpos (un clásico de los 50 que tuvo varias remakes, la última con el protagónico de Nicole Kidman). Pero respetando el libro de Meyer aparecen los chicos facheros, los besos, el romance, conflictos adolescentes y un montón de escenas sacadas de los cuentos de Corín Tellado. Resulta exasperante leer los mismos diálogos que se ya presenciaron en cada una de las entregas de Crepúsculo, aunque en este filme la combinación de elementos fantásticos queda más desubicada, fuera de todo encuadre. Basta con ser testigos de la lucha argumental entre el costado humano de la protagonista con su ser invasor, y la bizarra pelea de ambas por dos pibes. Y un dato a tener en cuenta es que los 90 minutos estándar de una película de estas particularidades se alargan hasta llegar a los 125. También resulta un poco chocante ver a Diane Kruger, pero sobre todo a William Hurt (el mismo de El beso de la mujer araña, La peste, Hacia rutas salvajes o Una historia violenta, entre muchas otras) embarcados en un proyecto de estas características. Paso en falso de Andrew Niccol como director, La huésped es una película sólo para adolescentes que gustan de romances sin hacerse demasiadas preguntas sobre las inconsistencias de la historia que se cuenta.