Alien se revuelca en su tumba… O en el vientre de alguien, bah.
Antes que nada quiero decir que le agradezco al cielo que este film no haya sido protagonizado por Kristen Stewart. Aclarado este detalle, procedo a obsequiarles mi impresión sobre La Huesped (The Host, 2012). ‘Basada en la novela de Stephenie Meyer (autora de la saga Crepúsculo)’ reza la gacetilla de prensa, como si eso fuera una garantía de calidad. Lamentablemente mis escasas expectativas con respecto a esta película disminuyeron a pique a partir del minuto cinco, aproximadamente. Comienza con una escena bastante intrigante, pero ni bien descubrimos de qué la va, la trama se derrumba cual implosión inesperada. Una pena que la presencia de las talentosas Saoirse Ronan y Diane Krueger no haya podido invertir esta situación.
Melanie (Ronan) es uno de los pocos seres humanos que sobreviven al futuro terrestre; ese futuro en que una raza alienígena infinitamente superior a nosotros tiene colonizado no sólo nuestro planeta, sino también casi todo el sistema solar. Tarde o temprano, los ‘E.T.’ de ojos luminosos, descubrirán a la terrícola y se la llevarán consigo para destinarla a su experimento de control y corrección del desordenado universo. Así es como la joven pasa a ser una de ellos; ¿y qué implica esto? Bueno, además de abandonar a los pocos seres queridos que le quedaban (su hermanito y su noviecito de tres días), Melanie será sometida a un ‘trasplante’ de alma en el que se le colocará una especie de ‘arañita filamentosa y movediza’ en su médula ósea. Una vez poseída por este bichito de luz, su ‘yo’ alien se apoderará de ella. Pero (siempre hay uno), el conflicto surgirá cuando comience la lucha interna entre la joven humana y su nueva ‘app’, llamada Wanderer. Ambas se escaparán y se darán un sinfín de conversaciones con una muy molesta voz en off, entre la terrícola que no quiere abandonar el cuerpo y el alien que lleva dentro. Mientras tanto, en la oficina de los alien perfeccionistas, se arma un revuelo bárbaro y salen en manada tras ella.
Con un guión muy flojo, actuaciones mediocres, momentos más que predecibles y horribles clichés, este nuevo film que pretende quizás ser una sensación entre el público adolescente no tiene nada nuevo para ofrecer, fuera de escenas incoherentes para todos los gustos. De pronto vemos, por ejemplo, en una toma continua a un auto súper futurista (un Lotus deportivo cromado para ser más exactos) acelerando a más de 200 km por hora en una carretera desértica y vacía, dejando una estela de velocidad, como demostrando lo invencible que es. Tiempo después, en otra escena, el mismo auto no puede alcanzar a una camioneta común y corriente y cuando lo hace, la choca y se hace pedazos… Tan sólo un pequeño detalle a modo de ejemplificación de los tantos otros desaciertos que se dan en el film.
Se supone que la historia de amor que se desarrolla, debería conmover al espectador, pero lamentablemente no llega a tocar ni la más mínima fibra del corazón. Un desperdicio de talento el del director Andrew Niccol, que tiene en su haber obras como Gattaca (1997) y fue el guionista de la exitosa El Show de Truman (The Truman Show, 1998).
Tampoco me gustó la visión siempre marcada que se hace entre razas que se suponen son superiores, y las inferiores; tan retrógradas unas y tan perfectas las otras. Aunque reconozco que le tiran al ser humano un par de palitos que no están para nada errados. Por otro lado, muchos de los personajes son nombrados con apodos como: ‘Doc’, ‘Buscador’, ‘Nómade’, ‘Curandero’… ¿Qué son, de la lucha libre?
Conclusión, no me agradó la nueva novela de la Meyer llevada a la pantalla grande así que, por favor Estefanía, no cedas más tus derechos de autor. Se agradece.