Usurpadores de cuerpos versión New Age
Una persona que es dos, se enamora de dos galancitos teen que vienen de la resistencia y de la invasión de alienígenas, un condimento que resultaría divertido por lo inverosímil pero sólo deja la sensación del tiempo perdido.
Algunas películas del cine mainstream deberían prevenir al espectador por sus probables efectos o daños colaterales. La huésped reúne todos los condimentos para dicha sugerencia con su extraña mezcla de ciencia ficción, thriller, romanticismo quinceañero, frases pontificadoras y una estética "bonita" y New Age que fluctúa entre el aforismo más cursi y el sermón religioso que hace sonrojar sin vergüenza alguna. Tampoco es para sorprenderse demasiado si la autora de la novela original es la exitosa Stephenie Meyer, responsable de la saga Crepúsculo y de este relato que planificó en un viaje por la ruta.
Algo parecido a la descripción de un nuevo mundo es aquello que sucede al inicio del film donde un grupo de alienígenas encabezados por Wanderer (Diane Kruger, ¿qué hace acá?) llega a la Tierra con su gente para apoderarse de la rebelde Melanie Stryder (Saoirse Ronan con la actitud actoral de una ameba) e incluir en su anatomía a la invasora Wanda, razón por la que habrá un personaje conviviendo con dos criaturas diferentes. Melanie y Wanda, quien tiene algún pariente cercano escondido en una cueva, junto a otra gente que se opone a tales cuestiones (por allí anda William Hurt), se enamorarán de dos jóvenes de revista teenager, uno que aboga por la resistencia y el otro que procede de la invasión. Más allá de lo disparatado de la trama –los diálogos "internos" entre Melanie y Wanda pueden causar repentinas carcajadas– el problema mayor de La húesped es su postura grave y solemne frente a los géneros que, sin suerte alguna, intenta abordar en su interminable metraje.
Otra actitud preventiva sería evitar que a semejante pastiche cinematográfico se lo compare con Invasion of The Body Snatchers (1956) de Don Siegel y también a sus remakes de finales de los '70 e inicios de los '90. La huésped es otra cosa, algo tan alejado del cine y del mínimo criterio para construir una puesta en escena, debido a sus malogradas pretensiones humanistas y didácticas, destinadas a adolescentes en época de descubrir sus primeras inquietudes hormonales, que termina convirtiéndose en una inconsistente e insconciente comedia, olvidable, aburrida y pavota.