Después de la saga Crepúsculo no somos pocos lo que vemos en los créditos de un film la frase “basada en una novela de Stephenie Meyer” y nos preparamos para una tortura insufrible.
Sin embargo, eso no ocurrió con La huésped, que como propuesta cinematográfica, resultó una producción claramente superior si se la compara con la serie de los pseudo vampiros o la mediocre Hermosas Criaturas que se estrenó hace unos meses.
La trama, que en este caso se encamina más por el lado de la ciencia ficción, es muchísimo más llevadera e interesante y lo más importante tal vez es que detrás de este film hubo un equipo de artistas decentes.
En principio te encontrás con un elenco de actores profesionales que no dan vergüenza ajena en sus interpretaciones y llevan muy bien los personajes, un director competente y situaciones sentimentales que no parecen salidas de una telenovela mexicana.
Tres elementos claves para disfrutar de un film que combina el romance con la fantasía y hacen que la experiencia no sea tan terrible como uno podría haber imaginado en un comienzo.
Andrew Niccol es un muy bien director que en el pasado hizo filmes memorables como The Truman Show y Gattaca, con Ethan Hawke y Uma Thurman, que fueron muy elogiados en los ´90 y hace unos años brindó El señor de la guerra que fue una interesante producción con Nicolas Cage sobre el mercado ilegal de las armas.
En el caso de La huésped creo que su profesionalismo como realizador sumado al talento de Saoirse Ronan lograron que la película no terminara siendo otra propuesta tonta para adolescentes.
Niccol logra generar interés con el misterio de la trama, donde evitó caer en muchos clichés que tienen las historias de invasiones alienígenas.
Salvando las distancias, el concepto de la ocupación extraterrestre en la Tierra en este caso fue trabajado más en la línea de La invasión de los usurpadores de cuerpo, donde el conflicto se desarrollaba más por el camino del suspenso que la acción.
Acá no hay grandes batallas y secuencias de acción ni naves espaciales.
Los invasores, que en este caso son una combinación de empleados autómatas de la Iglesia Universal del Reino de Dios con fanáticos del Arte de vivir, que visten siempre de blanco, operan de un modo distinto a lo que vimos en otros filmes a la hora de someter a los humanos.
La historia es rara y es eso lo que genera también cierto interés.
Saoirse Ronan que interpreta dos personajes distintos se cargó toda la película al hombro y es quien la saca adelante.
Por otra parte, el romance de la trama es menos estúpido y meloso de lo que vimos en la anterior obra de Stephenie Meyer y presenta un triángulo amoroso distinto, ya que los personajes principales masculinos se enamoran de personas diferentes que habitan el mismo cuerpo.
Un concepto bizarro que me pareció interesante ya que trabaja esta cuestión por otro camino.
A La huésped le faltó un repaso más al guión para trabajar mejor algunas cuestiones que no se terminan de entender bien, como el desarrollo de los personajes extraterrestres y las motivaciones de sus conquista que termina siendo algo confusa. La trama ofrece un mundo de ficción interesante que nunca llega a ser bien explorado.
De todos modos, matar a esta película, como ocurrió en otros países, simplemente porque es una historia de la autora de Crepúsculo es una gran estupidez.
Desde lo cinematográfico son propuestas completamente distintas.
La huésped no es una obra memorable del género ni mucho menos, pero está bien realizada y brinda un buen entretenimiento.
No la sufrí para nada, algo que le agradezco al director Niccol y Saoirse Ronan cuyos trabajos, reitero, fueron la clave de este estreno.