Pequeños gigantes
Tras una larga trayectoria como documentalista, Remedi debuta en la ficción con una historia de niños (y padres) en una zona del conurbano de clase trabajadora.
Sergio (Joaquín Remedi) y Noemí (Martina Horak) andan por los 11 años, son compañeros de escuela y tienen una amistad sobre la base de las vivencias y el tiempo compartidos. Él, a su vez, es hijo de una mujer divorciada (Licia Tizziani) que hace poco empezó a trabajar como empleada de limpieza de un hospital y ella, de un obrero de un astillero de fuerte militancia por los derechos de los trabajadores (Sergio Boris). No hay indicios muy claros de que los chicos se gusten; a los padres, en cambio, se les nota demasiado.
Sobre esos vínculos amorosos y filiales trabaja la ópera prima de ficción de Claudio Remedi. La ilusión de Noemí acompañará a los chicos y a sus padres por igual, yendo y viniendo entre la inocencia y los juegos de los primeros y la melancolía tristona de los segundos sin que esto implique condescendencia o paternalismo en la forma de mirar no sólo a sus personajes.
La mirada atenta también aplica al barrio industrial cercano al puerto de Berisso donde transcurre casi la totalidad del relato. Por momentos esa distancia se traduce en frialdad, alejando al espectador de una preocupación genuina por el devenir de los hechos. Así, sin grandes picos dramáticos pero tampoco subrayados, La ilusión de Noemí termina siendo un amable relato de iniciación para los chicos… y también para los grandes.