El sueño que sueña al soñador
Cualquier cosa puede disparar la imaginación de Walter Mitty. Un par de guantes, estar al volante de su coche o el título de una revista. Lo que sea servirá de disparador para imaginarse en un hidroplano, o como una eminencia científica o a bordo de un bombardero. Mitty sencillamente se dejará ir, se colgará en su sueño, despierto, mientras espera a su esposa que va de compras. Esta es la base del breve cuento escrito por James Thurber que en 1947 sirvió para que Samuel Goldwyn produjera un filme para lucimiento del comediante Danny Kaye. Sesenta y seis años después, Samuel Golwyn Jr. retoma la idea central del cuento de Thurber para lucimiento de Ben Stiller, en el doble rol de director y protagonista.
Esta versión presenta a Mitty como responsable del departamento fotográfico de la revista Life, donde trabaja una mujer por la que se siente atraído, pero su timidez no le permite encararla. Para colmo de males, la revista pasa por un proceso de reducción de personal debido a su transformación en un producto on line.
En esencia el personaje sigue siendo un soñador, alguien que se "cuelga" imaginándose como un héroe ante su chica o descargando su furia contra su nuevo jefe. Una especie de Felipe, el de Mafalda, que siempre estaba representándose en situaciones muy alejadas de su propia personalidad.
Pero algo va empujar a Mitty a dejar de soñarse como un ser intrépido para pasar a serlo. Fábula de autosuperación bien dosificada y alejada de pretenciones psicologistas, el filme de Stiller se presenta sobrio, equilibrado y cargado de mensajes sencillos, sin rebusques.
En roles secundarios, pero determinantes, es un lujo disfrutar del talento de Shirley MacLane y Sean Penn; en tanto que Kristen Wiig dota a su personaje de una sutil fuerza capaz de hacer creible el proceso por el que pasa el protagonista. De impecable producción y realización, este nuevo Walter Mitty ya adquiere categoría de clásico, por donde se lo mire.