Tras los éxitos de “Hugo” y “Una aventura extraordinaria”, el mercado parece buscar un nuevo tipo de producto navideño: la película que es, a la vez, “prestigiosa” y “para toda la familia”. Martin Scorsese y Ang Lee lo lograron cosechando tanto centenares de millones de dólares como decenas de nominaciones al Oscar. Ben Stiller tal vez no tenga la chapa de esos dos realizadores, pero sabemos que no sólo es un talentoso director (“Zoolander”, “Una guerra de película”) sino que, como actor, protagonizó exitosas sagas navideñas como “La familia de mi novia” y “Una noche en el museo”.
Con “La increíble vida de Walter Mitty”, Stiller se carga al hombro una historia mítica escrita por James Thurber en 1939 y adaptada ya al cine en 1947 con la estrella cómica Danny Kaye. Modificada y actualizada, hoy se centra en un hombre tímido y apocado que nunca he hecho nada arriesgado en su vida (fuera de su frondosa imaginación) y que trabaja procesando negativos en el archivo fotográfico de la revista Life. Como la revista está por dejar de salir en papel y casi no quedan fotógrafos que no trabajen en digital, su trabajo se ha vuelto irrelevante.
walter-mitty1Pero una combinación de factores lo hará meterse en una aventura que podría cambiar su vida cuando sale en la búsqueda de un mítico fotógrafo (Sean Penn) que le ha enviado su última y mejor fotografía que Walter ha perdido y debe recuperar. Así, Mitty irá a Groenlandia, Islandia y Afganistán, subirá montañas y combatirá con tiburones, andará en helicópteros y se tirará en skate al lado de un volcán en erupción. Una bonita compañera de trabajo (Kristen Wiig) será, obviamente, uno de los puntales para que Mitty decida empezar arriesgarse en su vida.
Stiller tiene la ardua tarea, como director, de satisfacer a varios públicos y de ofrecer casi varias películas en una: una más adulta e “independiente” sobre un hombre timorato que saca finalmente la cabeza del pozo, una más “mainstream” con mensaje publicitario de “autoayuda” y una tercera, de aventuras para toda la familia. Y si bien no logra resolver el entuerto por completo, se las arregla para armar un producto entretenido, ingeniosamente estructurado y, curiosamente, con casi mejores secuencias de acción que dramáticas.
Ben Stiller in a still from The Secret Life of Walter MittySi todo suena como un pasteurizado Charlie Kaufman para toda la familia, algo de eso hay. La estructura tiene parecidas vueltas entre realidad y ficción, pero en un tono mucho más accesible. En sus peores momentos, “Walter Mitty” tiene un tufillo de adaptación literaria light que hace recordar a “Tan fuerte y tan cerca” o la propia “Aventura extraordinaria”, pero Stiller –acaso por sus orígenes como comediante- nunca termina de tomarse tan en serio ni ponerse místico como esos filmes. Lo hace, por momentos, pero siempre encuentra el toque humorístico que afloja esa misma pomposidad que como director por momentos construye.
En esa misma frontera está la utilización de la música. Stiller convoca a una serie de artistas, digamos, alternativos (Arcade Fire, José González, Of Monsters and Men o Rogue Wave) y los ubica como lanzadores de emociones olímpicas, acumulando himno tras himno como si todos estuvieran haciendo audiciones para reemplazar a Sigur Ros en su propio territorio. Es en esa frontera donde la película pierde sutileza y se mueve por zonas un poco más indigestas.
De cualquier modo, aún en sus momentos menos logrados, la película conserva un espíritu lúdico admirable y nunca le hace asco a enfrentarse directamente con emociones fuertes. En ese sentido es una película que se siente sincera y honesta, haciéndose cargo de los clichés del caso.