La increíble vida de Walter Mitty es uno de esos proyectos complicados que tardaron literalmente décadas en concretarse.
Muchos directores y actores pasaron por esta producción en numerosos proyectos frustrados que nunca se terminaron de realizar.
En los ´90 se anunció esta película con Jim Carrey como protagonista cuando estaba en su máximo momento de fama pero luego quedó todo en la nada.
Ben Stiller fue finalmente el encargado de hacer realidad esta película que se inspira en el clásico cuento de James Thurber.
Un relato que ya había sido llevado al cine en 1947 y que al igual que la nueva versión que se estrena esta semana tiene poco que ver con la obra original.
El cuento de Walter Mitty era un bajón de aquellos que no terminaba bien y su protagonista era un hombre que se perdía en sus fantasías para escapar del deprimente matrimonio que tenía con una mujer controladora y dominante.
Ben Stiller tomó el concepto de las fantasías locas del protagonista y convirtió a Walter Mitty en un personaje de Frank Capra, que tranquilamente se podría juntar a cenar con George Bailey, el héroe de Qué bellos es vivir!
La versión de Stiller es una propuesta mucho más positiva y se centra más en la comedia y el romance.
El film es menos delirante que los últimos trabajos de este artista como director, como fueron Zoolander y Tropic Thunder, pero a lo largo de la historia hay un par de escenas desopilantes que trabajan el típico humor de Stiller.
Un ejemplo de ello es la memorable parodia de El extraño caso de Benjamin Button que es gloriosa.
Una escena que si uno se pone a hilar fino en el análisis de la película la verdad es que está completamente fuera de contexto en la trama, pero me alegro que la haya incluido porque es mortal y te saca una carcajada.
De esta producción tal vez no me terminó de cerrar demasiado cierto mensaje de libro de autoayuda yankee que pregona que tenés que viajar a alguna región remota del mundo para encontrarte con vos mismo y disfrutar realmente la vida.
Creo que tambien te podés encontrar con vos mismo tomando un mate en la terraza de tu edificio, porque los cambios surgen del interior y no de la región geográfica que visites o la montaña que escales.
En todo caso viajás o escalás esa montaña por el simple placer de hacerlo.
Desde lo argumental me pareció que las motivaciones de Walter Mitty para explicar las cosas locas que hace no están demasiado claras y el mensaje de vivir la vida al máximo, en consecuencia, resultó un poco superficial.
Cosas que surgen cuando te ponés a pensar después la película más en frío.
En términos generales me gustó y creo que es uno de los trabajos más finos de Stiller, tanto en la actuación como la realización, que es impecable.
A nivel visual sin duda es su mejor película hasta la fecha y es una propuesta que se disfruta en el cine y está para tener en cuenta.