Increíble pero hasta ahí
En su quinto largometraje como director, a sus cuarenta y ocho años, el comediante Ben Stiller, quien ya ha participado en casi cincuenta films y amenaza en pocas semanas con otro capítulo de "Una noche en el museo", miró hacia un clásico de la narrativa estadounidense, un muy breve relato publicado en las páginas de "The New Yorker" en marzo del 39, "The secret life of Walter Mitty", que nos lleva a un campo de asociaciones lindantes con el que forja sus propios mitos, sus propios sueños.
En 1947 Paraumont Pictures dio a conocer un film basado en esta tan conocida y difundida historia y su intérprete era Danny Kaye, este sensible y notable actor de vaudeville y de cafés nocturnos, gran imitador de personajes famosos, cantante, que ya había logrado fascinar al público con su actuación en "Un hombre fenómeno", junto a Virginia Mayo y Vera Ellen y que años más tarde pasaría a interpretar los protagónicos de "El inspector general" de Henry Koster, "El fabuloso Andersen" de Charles Vidor, "El bufón del rey" de Panamá Frank.
Y quién es Walter Mitty en el film del 47, film, por otra parte, no estrenado en su momento en nuestro país. El personaje que interpreta el talentoso Danny Kaye es un tímido redactor en una editorial de novelas folletinescas, de exóticas aventuras, dominado por su severa madre y no reconocido por su director. Ante todo esto, ahí están los llamados de su fantasía, ese soñar con los ojos abiertos que lo transforman en un personaje abierto a la aventura, que le permite escapar de órdenes, mandatos y rutina. Y de estar junto a la mujer que ama.
En el film que se ha estrenado en estos días, Ben Stiller está a cargo de una sección de la revista "Life" en la que se encuentran los negativos fotográficos. Y ante el inminente pasaje al sistema virtual de esta publicación, ahora, es necesario pasar a buscar esa foto ,"la más perfecta", según su autor, para la portada del último de los números.
Sobre esa búsqueda de este personaje que "vive fantaseando" con otras historias, y que ahora se deberá lanzar por tierras lejanas para llegar a encontrar a ese fotógrafo, el film de Ben Stiller recorre un itinerario desde la gran urbe a Islandia, Groenlandia y Afganistán, logrando, sobre todo, una trayectoria de frases hechas y de manual de filosofía de autoayuda, de necesario retorno al medio natural.
Si la primera parte saluda al film que lo precede, ya a partir de menos de la mitad del inicio de este viaje, empezamos a reconocer el desmedido peso de una actitud de egolatría, por parte del actor y director, que termina de certificarse en el momento final. Afortunadamente, la gran Shirley Mac Laine nos reserva momentos para el recuerdo. Y como siempre, Sean Penn, prefiere acariciar situaciones de riesgo. Algo a lo que el film no se atreve.