Dentro de un hecho histórico verdadero, La Vida secreta de Walter Mitty nos narra la vida de Walter, un excéntrico soñador, enamorado en secreto de una compañera de trabajo, que en sus pensamientos vive una vida aparte y muy diferente de la "realidad". Como más de alguna vez pasamos todo por eso, aunque quizá más de niños que de adultos. En plena transición digital de la revista "Life", Walter recibe el encargo de elaborar la última portada en físico, antes de convertirse únicamente en revista online. Cuando no encuentra el negativo designado para tal tarea, decide romper todos los paradigmas de su vida y arriesgarse a hacer lo que nunca antes había realizado: nadar con tiburones, subir un helicóptero, practicar sus olvidadas habilidades en patineta y recorrer el mundo para dar con el fotógrafo responsable de la captura. No sabemos si fue "basada en una historia verdadera". Lo que si sabemos es que, sin tanto rollo del amor y la vida miserable, nos adentramos de lleno en una aventura que recorre paisajes hermosos con una buena fotografía. Lo malo de todo esto, es que la película parece una campaña extendida de una compañía de refrescos mundialmente conocida, esa que decía "Volvámonos locos" y "hay que sacarle el lado bueno a la vida". Si tiene una moraleja, la historia nos dice "vive ahora o te arrepentirás de sólo soñar y nunca haber cumplido tus fantasías realidad, no importa si eres un oficinista aburrido o un borracho de cantina". Cualquiera que sea la situación, nos queda el buen sabor de boca de una agradable película familiar para pasar el rato en donde por fin Ben Stiller demuestra que no necesita hacer chistes de sexo ni comedia simple para obtener un buen producto. Ah, y si lo buscan, es simplemente un remake de un filme de 1944. Nada original