El amor infiel
Uno podría empezar diciendo que éste es un filme judío por donde se lo mire, no sólo por el cuento en sí mismo, sino a partir de los temas que aborda y desde que lugar lo hace, situación que no va en detrimento a la universalidad de sus decires.
Partamos de la base que el titulo original, “Hitpartzut X”, casi no tiene traducción literal, es un término acuñado por los científicos israelíes dedicados al estudio del espacio que hace referencia y da nombre a las derivaciones que se producen cuando dos cuerpos celestes que deberían permanecer separados se acercan demasiado, colisionando o no., cuyos efectos resultan inconmensurables, incuantificables, impredecibles, imponderables, ingobernables, y menos aún saber “a priori” sus consecuencias.
Todo esto pasa en esta realización.
Por supuesto que el título original juega en principio con el personaje que aparece como protagonista, no por casualidad es quien es, pero este es uno de los pocos casos en que el título dado por estos lares aparece más como disparador de lecturas posibles e interrogantes que en función de obturar y dar respuestas.
Desde otro lugar, ese casi neologismo acuñado por los israelíes es constructivo en la historia, muchos son los cuerpos que, a lo largo del relato, nunca deberían haberse juntado.
Del mismo modo la definición de “lo infiel” que promulga el titulo aquí elegido tiene su doblez, y eso lo constituye en un filme que dice mucho más que aquello que cuenta, pues aborda temas que parecen no estar nombrados y que sólo pueden desplegarse desde el análisis del texto, una vez finalizado
La historia se centra en Ilan Ben Natan, un prestigioso profesor de astrofísica de la Universidad de Haifa, tiene 58 años, y está extremadamente enamorado de su treintañera y bella esposa Naomi, una ilustradora y correctora de libros.
Un día se le revela cual duda transformada en certeza, ya que finalmente pudo ver que su mayor temor era real: ella tiene una relación con otro hombre.
Como dice un amigo mío, el engañado (dice otra palabra) es el primero que sabe, pero el último que se entera.
Lo que parece en este punto empezar a encausarse en la tan mentada historia del triangulo amoroso, de infidelidades, incertidumbres, se transforma en otra cosa a partir de que empieza a tener más peso el personaje de la madre de Ilan.
Ketty es una octogenaria con todas las luces encendidas, exacerbando los defectos que ya poseía en su juventud, calculadora, fría, distante, no por eso deja de ser una típica madre judía, más propiamente dicho idishe mame, siendo su principal característica el uso de una lengua filosa, cuyas líneas son las de mejor humor, casi negro en este caso, de todo el filme.
Pero esta madre no se queda fijada en el lugar de la presentación en que aparece, es referenciada desde varios ámbitos y asimismo de varios personajes, incluidos diversos secundarios, que le dan otra profundidad, otro cariz, y aplican para el desenlace.
Al mismo tiempo que el relato plantea temas como la culpa, la mentira, la moral, los celos, la envidia, el abandono, la amistad, atraviesa toda la naturaleza humana sin dejar de lado lo perverso, la maldad.
Sin querer entrar en detalles que revelarían lo sustancial, es necesario decir que la construcción del relato es, hasta en los detalles mínimos, muy bien pensados, ya que mientras el guión juega con el espectador dándole información que los personajes desconocen, ellos dialogan de temas cotidianos, al mismo tiempo que la estructura del mismo, y por esa razón, permite moverse en términos de comedia, drama, tragedia y suspenso policial sin sobresaltos y sin caer en lo ininteligible.
La pregunta que dispara la necesidad de repensar todo una vez concluido, es porque si la obra se centra principalmente en el personaje traicionado, ya que es él quien sin lugar a dudas lleva adelante las acciones, y promueve el buen desarrollo, se representa el interrogante de cuál es la razón de peso de centrar el título en la infidelidad.
Dicho de otro modo, cuantos cuerpos no debían y finalmente se juntaron y quien es la infiel.
Le doy una ayuda, hay amores que matan o destruyen.
(*) Obra de Mario David, estrenada en 1974.