El silencio
La infiel es una película que sorprende. Cuando creemos que la historia ya no puede tener más giros y sentimos que tenemos certeza hacia dónde irá la trama, el director Eitan Zur se corre de ese lugar esperable y nos deja desconcertados. La infiel no habla simplemente de un crímen pasional, sino que a ese tema tan abordado por el cine le agrega toques dramáticos, que si bien parecen pasar desapercibidos, es lo que realmente se destaca en la película.
La historia particular de Ilan Ben Natan, un exitoso profesor de atrofísica y Naomi, su veinteañera esposa (unos cuántos años más joven que él) son una excusa para hablar de aquello que no se puede nombrar, lo que queda arraigado en el fondo de la mente y se resguarda con todas las fuerzas para que no salga a la superficie porque el dolor de enfrentarlo sería insoportable. Además hay un planteo acerca de la culpa y el castigo que nos lleva a concluir que no hay peor juez que nosotros mismos.
Ilan y Natan tienen una vida apacible, conviven en armonía, se cuidan y se admiran mutuamente por diferentes motivos. La juventud y belleza de Naomi choca con la experiencia y solidéz de Ilan, y en este choque deviene la explosión. Por supuesto una tercera persona tensa esta dupla y enciende la mecha. Lo que sigue es la travesía personal de Ilan al cuál estamos invitados a participar desde cerca, un viaje con su propia verdad a la cuál le declarará la guerra hasta el final. Esta verdad que amenaza constantemente por salir pero que termina quedando enquistada y que sólo él (nosotros y su propia madre) sabemos con certeza.
Por otro lado, estos personajes no tienen una sola faceta, La infiel (título tendencioso si los hay) no describe una típica mujer inescrupulosa que disfruta de su relación paralela, sino que a ella esta relación le genera conflicto, y aquel, que tanto amor siente por esta mujer, es capaz de todo para retenerla. El lado oscuro del amor y los difusos límites para mantenerlo. También hay cuestiones filiales que tienen un peso importante en la historia, una madre que marcó la existencia de Ilan y cuya figura tiene una potencia mucho más fuerte de lo que pensamos.
Ilan es presentado por primera vez dando cátedra a sus alumnos y describiendo lo que sucede entre dos estrellas que se chocan en el espacio, una más joven y la otra más antigua, analogía (un tanto obvia) de lo que sucederá en su propia historia. El relato convive en armonía con la historia y describe con la cámara lo que se cuenta a nivel argumental. Vemos el encierro personal en planos donde la cámara se ubica tras las rejas, o el contraste entre esta sensación de reclusión y los planos amplios y exteriores. La película esta bien orquestada, mantiene la tensión durante los noventa y ocho minutos, no cae en lugares comunes y nos deja pensando acerca de cuestiones en las que todos nos sentimos tocados. No la recordaremos por siempre, pero valió la pena haber hecho el recorrido.