Opera prima argentina que se estrena este proximo jueves en Buenos Aires.
Aunque el deseo de su director habría sido escapar al “costumbrismo”, es imposible negar su propia impronta de formoseño dentro del film. Ya que esta historia sumamente particular, donde dos niñas de doce años, se enamoran de su profesor de biología -quien acaba de llegar de Buenos Aires- tiene mucho de las creencias de provincias.
A medida que transcurren las clases, este amor imposible que ambas comparten y profesan va derivando en un relato tan natural como macabro. El enamoramiento de su profesor desencadena algo que comienza como un juego y finaliza en tragedia.
Puede que la infancia sea un mundo extraño y complejo, donde generalmente se refrendan los modelos sociales, pero más que nada es un mundo donde la crueldad parece no tener límites.
Sin adherir a ningún género en particular este film va generando un denso clima, por momentos incómodo, donde esta naturalidad de los niños de recurrir a rituales inofensivos irá tomando cada vez mayor impulso y compulsión.
Creo que su director es quien mejor lo ha definido “En este cuento lo único real es lo idealizado, no hay mucha diferencia entre lo que se imagina y lo que se ve, entre el impulso y el acto, y el solo hecho de querer algo con muchas ganas es motivo suficiente para ir y agarrarlo. Las consecuencias no existen y, si existen, no importan.”
Sebastián Caullier ha querido sacar a luz sus propios recuerdos y fantasías de niño, y las construcciones imaginarias que se reproducen en el interior de las familias, desembarazándose de las consecuencias morales. Llámese de los actos que se imponen dentro de la historia, que de hecho están muy lejos de conformar una fábula.