Solas contra el mundo
Dos amigas (Lourdes Rodas y Renata Mussano), viven en un pueblo pequeño de Formosa y se enamoran del nuevo profesor de biología (Juan Gil Navarro). Estas amigas no solo son muy unidas, sino que también parecen estar aisladas del resto de sus compañeros. Por momentos da la sensación de que tienen su propio mundo, en el que despliegan sus fantasías y celebran sus propios rituales.
El codiciado profesor pronto se convierte en el centro de sus vidas, y conquistarlo parece ser su único objetivo. Primero intentan captar su atención convirtiéndose en las mejores alumnas de la clase, para luego terminar espiándolo, persiguiéndolo día y noche, y hasta practicándole magia negra.
Para hacer las cosas más complicadas, una mujer llega a la vida del profesor, nada menos que la odiada profesora de gimnasia (Gabriela Pastor). Ahora las niñas tienen dos objetivos, no solo conquistar al profesor, sino también eliminar a quien se ha metido en el medio.
El suspenso de la película radica en que no sabemos realmente de qué pueden ser capaces estas chicas; si estamos ante dos niñas inocentes, que no tienen verdadera conciencia de lo que hacen, o si son mucho más peligrosas de lo que parecen.
El guión es simple pero efectivo. Sin embargo, algo falla en la narración, una enorme parte de la película se consume en los diálogos entre las amigas, pero parece que todo el tiempo estuvieran relatando lo que les pasa, como si leyeran los textos, o los dijeran de memoria, y así no es posible creerles lo que dicen, ya que no reflejan emociones y no parecen dos personas que están viviendo una obsesión.
Tanto Juan Gil Navarro como Gabriela Pastor están correctos en sus personajes. La fotografía y la música logran un clima interesante, que refleja esa quietud de pueblo donde parece que todo es tranquilo, pero al mismo tiempo transmite la sensación de que hay algo escondido que no es tan apacible como parece.