Harold Lloyd se aferra a las manecillas del reloj para evitar la muerte. He allí una de las analogías más contundentes de la vida, y también una de las más hilarantes. Por que del otro lado de la ventana hay un gordo que no pretende ayudarte, sino cagarte a piñas. El viejo Georges no se aferra a los relojes pero vive rodeado de elementos que funcionan a cuerda. Es su manera de sobrellevar el presente y de sepultar el pasado. Sin embargo, del otro lado (del mostrador) no hay un gordo con ganas de fajarlo si no un preadolescente que le reclama una libreta que conserva los pasos a seguir para elaborar el duelo que lo dejó huérfano.
Un autómata funcionará como vehículo en este repaso de la historia –cinematográfica- en la que casi todos nuestros apetitos personales (musicales, cinematográficos) crecen conforme avanza el cuento, para dejarnos con hambre de seguir viendo, escuchando y sintiendo. Por si no fuera suficiente, incluso hay medialunas (croissants) tamaño godzilla que parecen salir de la pantalla para seguir cebándonos el bagre.
Hablar del film resultaría contraproducente cuando deseamos detenernos exclusivamente en Martin Scorsese para pronunciar lo siguiente: La vitalidad de este señor es increíble. Deseamos de todo corazón que no se muera nunca, por que no queda nadie (nadie) que filme así, que dirija así, que arme y disponga así. Su incursión en el 3D es de lo mejor que se haya visto, así sin más.
Nuestro débil intelecto nos impide comprender el motivo ó los elementos que llevaron a ciertos críticos del palo serio a ponerle un “Regular” a Hugo, de Martin Scorsese. A nosotros nos pareció maravillosa, emocionante, necesaria, imprescindible. Como Z, de Costa-Gavras, pero en plan bálsamo.
Alguien incluso nos recordó (para bajarnos a la tierra) que uno de los desencadenantes de la bancarrota depresiva de Melies fue “Bombita” Edison, que básicamente proyectaba las fantasías fílmicas del buen Georges sin pagarle regalía alguna. Interpretamos dicho comentario como una tirada de orejas injusta, un intento Cefyl de ensuciar a Scorsese porque que no recordó incluir el hecho real de que un paisano suyo se mofó de Georges y no le pagó lo que le correspondía. Les faltó decir que si Georges estuviera vivo votaría a favor de la Ley SOPA.
Zonafreak se conformó con oír la voz en off de Ben Kingsley afirmando que el cinematógrafo lo parieron los Hnos. Lumière. Sea cierto o no, lo consideramos suficiente para tapar el oscuro, sesudo, letradísimo datito de las putas regalías que no pagaba Edison.
Vayan a ver Hugo, por Dios. En un momento triste en el que la gente se ahoga y se muere podemos permitirnos sumergirnos en una pecera preciosa llena de brillantes sardinas que no duelen. No perdamos la chance.