El cine dentro del cine
El nuevo film de Martin Scorsese, nominado a 11 premios Oscar de la Academia de Hollywood, entre ellos el de "mejor película" y "mejor director", no es otra cosa que el eterno juego del "cine dentro del cine".
Al igual que en Cinema Paradiso, Hugo es un aceitado mecanismo de relojería filmado en 3D donde los recursos del formato están aprovechados al máximo. Sólo basta con sumergirse en la secuencia inicial que comienza con la vista panorámica de la París de los años 30 y termina en los ojos del protagonista, Hugo, encarnado con emoción por el niño Asa Butterfield (el mismo de El niño de piyama a rayas).
Hugo es un huérfano, ladrón, que hace de la estación su bunker y se ocupa de los relojes del lugar. Nadie tiene acceso a los laberínticos pasadizos que se encuentran detrás de las paredes: ni el torpe inspector (Sacha Baron Cohen) escoltado por su doberman, ni tampoco está a salvo el juguetero que aguarda ser asaltado por el intrépido personaje. Pero las cosas cambian cuando Hugo es descubierto por una excéntrica chica (Chloe Moretz, la revelación de Kick-Ass) junto a quien vivirá una increíble aventura.
La película hace gala de sus excelentes rubros técnicos (la dirección de producción de Dante Ferretti, la fotografía rica en claroscuros de Robert Richardson o la impactante música con aires parisinos de Howard Shore) para contar una historia que fusiona la aventura, el drama y la magia que surge al relatar a través de imágenes.
Ese es el punto fuerte de Hugo y Scorsese se lanza sin red en un relato que atrapa, seduce y emociona a través de la situaciones que presenta. El homenaje al séptimo arte dice presente con el personaje de George Meliés (Ben Kingsley), el realizador de Viaje a la Luna y sus inacabables trucos de magia aplicados al cine; la sorpresa de los espectadores ante La llegada del tren, de los hermanos Lumiére, o la comicidad de Buster Keaton, colgando de un gran reloj, e incluso una referencia a Vértigo, de Alfred Hitchcock.
Basada en la novela infantil de Brian Selznick, la película recurre a imágenes de archivo, en blanco y negro y también coloreadas, a la sucesión de figuras fijas que dan la idea de "movimiento" y permite el lucimiento de grandes actores en roles secundarios: Christopher Lee y Richard Griffiths, quienes pasean sus contrastantes figuras por la estación de tren y...un cameo del mismísimo Scorsese como un fotógrafo.
Todo está colocado al servicio de la evocación y de la nostalgia en esta trama cuyas piezas se irán uniendo con el correr de los minutos. Entre mecanismos de relojería, un robot y una llave que abre secretos, Scorsese también tiene acceso al corazón del público.