Antes de empezar es obligación aclarar un par de cosas para el lector/posible espectador incauto, en el afiche y anaqueles promocionales de La Invocación hay un par de… digamos inexactitudes. Primero, el espectro greñudo que se ve como imagen principal, nunca aparece en el film (por lo menos nada cercano a eso se ve), y segundo y más importante, la frase “¿invocarías al diablo a las 12 de la noche?” el diablo no forma parte de esta película de fantasmas, y menos aún importa la hora de la invocación.
Listo, ahora sí, el interesado puede saber que La invocación, ópera prima ficcional de Mac Carter, es una típica historia de fantasmas y casas que guardan macabros secretos, y lo de típica subrayémoslo varias veces, bien fuerte. Un matrimonio y sus tres hijos (parejita adolescente y nena chiquita) se mudan a la clásica casa en medio del bosque de todo film de horror que se precie. Como siempre, se ufanan de lo barato que la consiguieron, pero claro en el lugar ocurrió tiempo atrás una serie de hechos macabros que nos cuentan en un prólogo al estilo filmación en ocho milímetros.
El hijo varón, Evan (Harrison Gilbertson), descubre un cobertizo secreto dentro de la habitación del altillo, y en él descubre una radio a transistores como para hacer radiollamadas. Por supuesto, lejos de empezar a hacer las maletas para volver a la ciudad (saben de antemano de las muertes alrededor de la casa), el nene pide la habitación como suya.
Esa misma noche comienzan a ocurrir los hechos extraños, Evan tiene pesadillas, sale a caminar y se encuentra con una joven, Sam (Liana Liberato), vecina, que huye de su casa por un padre maltratador (o suponemos que es el padre porque no nos dicen mucho más de eso). Inmediatamente Evan y Sam congenian (más porque está se toma mucha confianza y prácticamente se instala en la casa del muchacho), y ella le cuenta más sobre la familia que vivía ahí antes, sobre la maldición que pesa sobre la casa, y la posibilidad de un juego muy divertido, invocar fantasmas con la radio a transistores.
Adivinaron, acto seguido, invocan al espíritu que mora en el hogar. No contemos mucho más porque se supone que la historia guarda un par de sustos o secretos ocultos que se irán revelando… o simplemente porque no hay mucho más para contar. Obviemos que estamos frente a una película que en su país de origen, EE.UU. fue estrenada directamente online y en DVD (luego sí, tuvo un paso limitado por salas); que se nota su bajísimo presupuesto, mucho más bajo que su ambición de mostrar un fantasma hecho por un pobre CGI que lo hace parecerse a una mezcla entre el Alone in the Dark para PSOne y el mítico Cryptkeeper de la serie Tales from the Crypt.
También obviemos que las interpretaciones de todo el conjunto actoral (incluyendo a Jacki Weaver que el año pasado parecía que despegaba como tardía promesa) son pobrísimas y nulas en matices. Los problemas con La Invocación pasan por otro lado, principalmente por su argumento y el desarrollo del mismo. El trabajo del nobel Andrew Barrer (cuyo próximo trabajo será realizar el guión de una nueva adaptación de Sabrina, la bruja adolescente) no consistía más que en hacer un guión parecido a El conjuro, con algo de Haunt in Connecticut, y otras tantas de fantasmas alojados en casas y bosques desde la primera Aquí vive el horror (The Ammityville Horror) hasta la fecha; no se le pedía originalidad ni nada por estilo, algo de manual.
Sin embargo, La Invocación es incapaz de generar el menor suspenso o tensión; la historia está llena de actos casuales y otros inexplicables (y no precisamente por lo sobrenatural). Varios personajes simplemente desaparecen de la película sin la menor explicación (¿qué fue de la hermana mayor? ¿En dónde están los padres la mayor parte de la historia? ¿Por qué la hermana menor actúa de modo tan tenebroso? ¿Qué tiene que ver el padre golpeador de Sam con algo?), y otros aparecen ahí, justo, sin ninguna justificación, en el momento exacto, como si se teletransportaran oportunamente.
La resolución del (no) misterio que plantea la película también dejará todos los cabos sueltos posibles, y no se entenderá el porqué de varias de las decisiones que los personajes toman a lo largo de todo el desarrollo. Claro, la sumatoria de estos elementos llevará irremediablemente a ese acto tan temido en una película que debería general terror o suspenso, la risa involuntaria.
"La invocación" es un film fallido aun dentro de la categorización de film para el consumo doméstico; entre algo de aburrimiento por la parsimonia con que se desenvuelven los hechos, y la comicidad que provocan los sucesos incongruentes no sobrenaturales, son pocos los minutos de real interés que despierta. Aun así, probablemente, fanáticos acérrimos del género y no muy pretenciosos, encuentren algo menor pero aceptable para sus estándares