La isla del Dr. Scorsese
Perturbadora, ominosa, pesadillesca y surreal son los adjetivos que mejor definen a esta transposición de la novela del cotizado Dennis Lehane (autor también de los relatos que inspiraron Río Místico, de Clint Eastwood, y Desapareció una noche, de Ben Affleck) sobre dos agentes del FBI (Leonardo DiCaprio y Mark Ruffalo) que en 1954 viajan a la isla siniestra del título para investigar un caso y, tras quedar varados allí a causa de un huracán, descubrirán (y nosotros con ellos) que nada es lo que parece.
Con una estética propia del cine-noir y elementos que remiten al terror clase B (como una escena con miles de ratas), al género fantástico, al melodrama romantico y al thriller psicológico, la película propone una compleja y cambiante trama en la que se cuelan desde una sangrienta tragedia familiar hasta experimentos con pacientes esquizofrénicos, pasando por los efectos de una tormenta "bíblica" que azota el lugar y hasta vestigios del nazismo y del exterminio en los campos de concentración.
Con un amplio despliegue de efectos visuales, una banda sonora ampulosa y un relato recargado con largos flashbacks, alucinaciones, apariciones y un tono fantasmagórico, Martin Scorsese entrega un film tan atrapante como desconcertante y polémico.
¿Por qué polémico? Porque el film (y la novela, claro) propone en su segunda mitad una brusca mutación en su tono, una vuelta de tuerca con cambio de punto de vista incluido que resignifica todo el relato. Así, quedan justificadas (o injustificadas, depende cómo se mire) todas las experiencias límite por las que ha atravesado el personaje de DiCaprio hasta entonces. No voy a adelantar nada de la trama, pero se trata de un giro tan profundo que seguramente fascinará a algunos e indignará a otros.
Más allá de semejante tour-de-force narrativo (a mí por momentos me costó "engancharme" e identificarme con la suerte de su protagonista en un relato donde el artificio le gana a la emoción), son indiscutibles la potencia, el talento y la maestría formal del cine del director de Taxi Driver, Toro salvaje, Después de hora, Buenos muchachos, Casino y Los infiltrados.
Tampoco faltan, como en toda película de este paradigma de la cinefilia, múltiples referencias y homenajes -desde los films de la dupla Jacques Tourneur-Val Lewton hasta Delirio de pasiones (Shock Corridor), de Sam Fuller, por nombrar sólo algunos- pero yo sigo extrañando al Scorsese de los años '70 (y de los '80, y de los '90), un cineasta más visceral y menos pomposo que el actual.
La pompa de este director ahora sí ya multipremiado y convertido en leyenda viviente se nota también en la elección y el uso (experimental, vanguardista) de gran cantidad de sonidos tomados, mezclados (y superpuestos via sampler) de diversas composiciones sinfónicas (desfilan por el soundtrack György Ligeti, Krzysztof Penderecki, John Cage, Max Richter, Giacinto Scelsi, Brian Eno, John Adams y Gustav Mahler).
En definitiva, La isla siniestra no deja de ser una pelicula interesante, desafiante, provocadora. Quizás no sea demasiado para un director con los pergaminos de Scorsese, pero es mucho más de lo que se puede decir de la inmensa mayoría de los productos del cine contemporáneo. Vayan, véanla y la seguimos discutiendo.