Un detective del FBI llega a una isla en busca de un prófugo de la ley. Allí está instalada una clínica donde se alojan los mayores criminales de EEUU con problemas mentales. Hace pocos años que el detective volvió de la Segunda Guerra y visiones de un campo de concentración lo persiguen. Pero nada es lo que parece. Planteada inicialmente como una película de suspenso, el cuarto trabajo de la dupla DiCaprio-Scorsese va lentamente convirtiéndose en un drama de corte psicológico, obligando al espectador, al mismo ritmo, a reordenar sus propios pensamientos sobre el personaje principal y la trama que lo envuelve. Un ejercicio que resulta dificultoso si se espera un thriller de factura tradicional. Sin embargo, allí está el magistral guión de Laeta Kalogridis en las manos de quizás el más grande de los cineastas vivos.