El nuevo trabajo del director Edward Zwick (El último samurái) presenta una biografía del jugador de ajedrez norteamericano Bobby Fischer, quien protagonizó la denominada partida del siglo en julio de 1972 frente al campeón de la Unión Soviética, Boris Spassky.
La película toma como eje este duelo, que en su momento tuvo connotaciones políticas en plena Guerra Fría, para construir la historia del polémico ajedrecista norteamericano.
El film narra sus orígenes y primeros acercamientos a esta disciplina, la obsesión de Fisher por convertirse en el mejor jugador del mundo y su desequilibrio mental que eventualmente representaría su caída.
Zwick hizo un muy buen trabajo a la hora de trabajar la paranoia del protagonista y sus problemas emocionales pero no llega a profundizar en la importancia que tuvo en su momento el duelo del norteamericano con el campeón ruso.
Es como si la narración del director nunca se terminara de definir por tratar los conflictos personales de Fischer o su figura como genio del ajedrez.
Tobey Maguire brinda una gran interpretación dramática en un rol complejo que nunca llega a despertar ninguna simpatía por la manera en que se abordó la historia.
Esta es tal vez una debilidad que tiene la película, donde se tratan temáticas interesantes, pero el relato en general nunca llega a ser apasionante.
Lo mejor de esta producción pasa por el modo en que el director abordó las partidas de ajedrez con el suspenso necesario para hacerlas atractivas en una pantalla de cine.
Muy especialmente para el público que no tiene nociones de estrategias o técnicas de juego.
La jugada maestra si bien llega a ser una biografía correcta de Bobby Fischer nunca logra generar un gran entusiasmo por la historia de vida que se cuenta.
Motivo por el cual será más valorada por aquellos espectadores tengan un mayor aprecio por el ajedrez.