La Jugada Maestra (Pawn Sacrifice) es la nueva película de Edward Zwick (Diamante de sangre, El último samurai) en la que recrea la corta pero agitada carrera de Bobby Fischer camino al título de Campeón Mundial de Ajedrez.
Esos Rojos Maestros
La guerra Fría enfrentó a las dos superpotencias de entonces en cada ámbito donde pudieran encontrar forma de competir y lógicamente el deporte fue un campo de batalla muy concurrido. Durante cuarenta años los ajedrecistas entrenados en la escuela soviética dominaron la escena con muy poca resistencia del resto del mundo, hasta que un adolescente autodidacta de Brooklyn comenzó a llamar la atención fuera de su país al lograr convertirse en la persona mas joven hasta entonces en conseguir el título de Gran Maestro. Después de diez años arrasando en cada torneo en el que se presentara llegó a enfrentarse por el título con el entonces campeón del mundo Boris Spassky en Islandia, donde comienza la película con el anuncio de que Fischer no se presentó a jugar el segundo partido de los veinticuatro pactados. Un momento después de verlo encerrado en su habitación y con evidentes signos de estar sufriendo alguna clase de desequilibrio mental importante, La Jugada Maestra nos lleva de regreso a su etapa de formación durante la adolescencia y el ascenso a las mas altas posiciones dentro del mundo del ajedrez, mostrando al mismo tiempo su progresivo deterioro mental.
Rocky en un tablero
No hubo otro momento, anterior o posterior, en que el ajedrez gozara de la popularidad que tuvo durante la carrera de Bobby Fischer, aunque quizás lo que realmente le atraía a parte de gente no era tanto su actividad como sus poco diplomáticas declaraciones y las excentricidades que expresaba cada vez que tenía la oportunidad. Que un joven de supuestos orígenes humildes llegara con escaso apoyo a enfrentarse a la estructura estatal soviética fue sin dudas una imagen explotada para valorizar los ideales capitalistas de forma similar a como lo hicieron los soviéticos y la película no se queda atrás en ese aspecto, comparando varias veces sin sutileza la diferencia de poderío en cada equipo, asegurándose de demostrar que todo lo que tiene Fischer lo consiguió con su propio esfuerzo.
Las partidas son intrascendentes hasta para los seguidores del deporte, que lo máximo que recibirán es la mención de algunas aperturas y estrategias sin mayor análisis o explicación porque La Jugada Maestra se encarga de repetirnos que Bobby es un genio pero nunca nos da ningún argumento para sostener esa afirmación. Tampoco profundiza en los problemas que tiene para relacionarse con la gente, controlar sus altos niveles de ansiedad ni cómo fue desarrollando el profundo sentimiento antisemita y anti estadounidense que más adelante le causarían varios problemas con la prensa y la opinión pública. Por esta variedad de enfoques inconclusos es que no queda claro cuál es la intención de la película, porque no parece ser la exaltación nostálgica de un héroe olvidado ni una reconstrucción histórica con intenciones de ser precisa sino casi lo opuesto a ambas posibilidades. Si la esquizofrenia de John Nash funcionaba para construir el personaje y hablar de sus esfuerzos, la paranoia de Fischer sólo parece servir para minar la credibilidad de sus polémicas opiniones, inapropiadas para el icono del american way que se pretendía que fuera en el enfrentamiento con el comunismo.
Conclusión
La Jugada Maestra es endeble. La historia principal no tiene mucho para contar, principalmente porque no hay forma atractiva de mostrar en la pantalla un deporte donde todo el talento de los participantes está atrapado dentro de sus cerebros, invisible a las cámaras. Intenta complementarlo con la historia personal del ajedrecista y el contexto político, pero en ambos casos lo hace de forma tan tibia y simplificada que las líneas secundarias se deshacen en el aire antes de solidificarse en algo interesante, al punto que la mayoría de los personajes secundarios podrían nunca abrir la boca sin que se note su ausencia.