Nadie quiere ser un gato, jazz.
Damien Chazelle dirigió anteriormente Whiplash (2014). Mostraba la historia de un estudiante de batería jazz que tenía un profesor muy estricto o directamente perverso. Con el argumento de que el saxofonista Charlie Parker se había convertido en el mejor de todos luego de que por equivocarse el baterista Jo Jones le haya tirado con un platillo, el profesor hace vivir al estudiante toda clase de desventuras. Le tira una silla por la cabeza, lo abofetea y lo humilla públicamente. El chico parece solo sentir dolor, sufrimiento y odio hacia el profesor. Al final, súbitamente a partir de un nuevo abuso del profesor el chico termina tocando la batería como el mejor, avalando este tipo de aprendizaje
En La La Land también estará muy presente la música jazz. Esta vez la historia es de Mía (Emma Stone) y de Sebastián (Ryan Gosling) en tono de comedia musical. Ella es una actriz novata a la que no admiten en ningún casting, él un virtuoso pianista. Los dos son soñadores, amantes del cine y de la música y de tanto en tanto les surge cantar y bailar. Ella sueña con ser una actriz famosa y él con abrir su propio bar de jazz, ya que es una música en vías de extinción. La La Land también se declarará amante del cine haciendo citas a varios musicales, otro género en retirada. De lo más popular que el público recordará es Cantando Bajo la Lluvia (1952), que no es otra cosa que la representación del amor por el cine y la nostalgia por los cambios que en él se van produciendo. A esta pareja le juegan en contra los sueños no realizados y las frustraciones propias de ámbito laboral, porque más allá de que tengan un comprobado talento, pasan inadvertidos para productores de Hollywood y para el público.
Parece que Damien Chazelle desde muy chico empezó a estudiar batería jazz con un profesor muy estricto. De ahí se inspiró para hacer Whiplash, donde vemos cómo triunfa la violencia en la educación para que se cumpla un objetivo, sin ningún tipo de fundamento. Al contrario, en La la Land lo importante es el amor, ir a ver una película vieja o una olvidada banda de jazz. Colmarse de amor por el arte para recorrer el camino. Donde los éxitos se pueden dar o no, y donde corremos el riesgo de perder a seres queridos en el andar. Por eso será que en la realidad Damien Chazelle terminó abandonando la batería y se dedicó de lleno a las pasiones del cine.