Lo mejor de la película de Damien Chazelle es la química que existe entre Ryan Gosling y Emma Stone. Sus actuaciones sustentan un film que entretiene y mantiene la atención del espectador, aunque sólo se queda en las buenas intenciones.
Mía (Emma Stone) sueña con ser una gran actriz de Hollywood, y Sebastián (Ryan Gosling) con ser un pianista consagrado y tener un bar en el que se escuche jazz tradicional. Cuando se conocen se enamoran y comienzan una hermosa relación, en la que surge tanto la necesidad de acompañarse para concretar sus proyectos como las diferencias de espacio y tiempo que existen en cada anhelo personal.
Situada en la actualidad, pero enmarcada en un escenario con reminiscencias del cine clásico, La La Land (La La Land, 2016) es una película musical que no decepciona. Sin embargo, tampoco cumple con todas las expectativas generadas por la gran cantidad de premios que obtuvo (7 Golden Globes Awards, 11 nominaciones a los BAFTA y 14 a los Oscars). Principalmente, se distingue por la banda sonora que atraviesa toda la historia y por las actuaciones de los protagonistas.
El amor, los sueños y la importancia de la toma de decisiones son algunos de los temas que desarrolla el film de Chazelle. Y lo hace intercalando instantes reales y mágicos, que el público agradecerá.
¿Es compatible la realización personal con la profesional? La La Land da una posible respuesta a este dilema, entre acordes y pasos de baile.